Ghamsar, el pueblo iraní que vive de las rosas

Ghamsar, el pueblo iraní que vive de las rosas

Ghamsar (Irán). En Irán hay un pueblo que vive de las rosas o, al menos, de su destilado y de la elaboración tradicional de agua y esencia de esa flor y que, según sus habitantes, es de las mejores del mundo.

El mes persa de Ordibehest (entre abril y mayo) es la mejor época para visitar Ghamsar- sus madrugadas se llenan de perfume, el clima es especialmente agradable y los alambiques funcionan al cien por cien para elaborar el preciado extracto, producto estrella de esta bucólica localidad a orillas del desierto Kabir pero rodeada de montañas que la refrescan y protegen sus jardines de flores.

A las cinco de la mañana, la hora más perfumada, los campos plagados de pequeñas rosas damascenas de color rosado (llamadas aquí Mohamadí, por la creencia de que la rosa nació al tocar al suelo una gota de sudor del profeta Mahoma) se llenan de agricultores que las cosechan a mano con delicadeza pero, también, con rapidez, para que no pierdan un ápice de su aroma.

Hombres y mujeres de la localidad llenan poco a poco grandes bolsas de tela que llevan colgadas al cuello con cientos de flores que minutos después se llevarán a las alcataras de cobre, los cacharros tradicionales que, aseguran, son los únicos capaces de extraer el mejor olor.

“El 80 por ciento de nuestra economía depende directamente de los destilados de plantas, sobre todo del de las rosas, que además de venderse genera turismo”, explicó a Efe Ahmad Reza Musavian, portavoz del Ayuntamiento Ghamsar. “Casi toda la gente del pueblo se dedica a este trabajo de extraer agua de vegetales y flores”, añade el productor Mohamad Reza Dadyu, que afirma de vender en su tienda “unas mil botellas al día, además de otras entre cuatro y cinco mil que se llevan a otras ciudades».

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