Gigantismo costoso

Gigantismo costoso

Es difícil colocarle el punto final al tema de la competitividad. Abundan los motivos para tratarlo, siempre a propósito de nuestros esfuerzos por insertarnos en mercados del exterior y conquistar preferencia sobre la base de una oferta atractiva y viable, y por supuesto, de una competencia bastante reñida con productos similares a los nuestros, provenientes de otros países.

Nuevamente pensamos en la vigencia de un Tratado de Libre Comercio suscrito entre nuestro país y las naciones de Centroamérica, y en las expectativas creadas por el que ha sido intervenido entre nosotros y los Estados Unidos.

Ahora son los exportadores, que tienen asignado un papel protagónico en la competitividad y conquista de mercados externos, quienes advierten que lesionaría los intereses del país la propuesta de la Autoridad Portuaria Dominicana para que sean aumentadas las tarifas de todos los servicios portuarios.

Sale a relucir que el organismo oficial que propone estos aumentos tiene una nómina que sobrepasa de manera exagerada sus necesidades reales de personal y que esta carga le obliga a erogar unos 30 millones de pesos cada mes, para pago de sueldos y salarios.

Habría que ver hasta dónde puede ser justificable un encarecimiento de los servicios en los puertos, teniendo por delante la necesidad de que nuestros productos puedan competir en el exterior, entre otras cosas en cuanto a precios, y el hecho de que el ente que maneja y administra los puertos tiene gastos que se consideran desproporcionados.

-II-

En realidad, nuestras preocupaciones por la competitividad deben comenzar a lo interno mismo de la administración del Estado.

Se ha dicho desde siempre que en la República Dominicana el Estado es el mayor empleador, y a ello hay que agregar que tal aserto no significa, taxativa y necesariamente, que en el Estado es donde más se trabaja.

Un factor que ha alimentado el gigantismo de la administración del Estado ha sido el laborantismo de los partidos. Quienes llegan al poder procuran, y ello es comprensible, buscarle colocación a la gente que trabajó por el éxito en las elecciones.

Ningún Gobierno, sin embargo, y mucho menos a nombre de partido alguno, ha osado verificar si el tamaño actual de la administración pública se corresponde realmente con las necesidades del Estado, con las dimensiones de nuestra economía.

Un Gobierno agota su período y el que le releva solo procura buscarle colocación a la gente a la cual debe en parte su triunfo. Si se varía en algo el tamaño de la administración pública es para agregar plazas, lo que significa aumentar gastos. Ahora tenemos vicegobernadores, que jamás los hubo, y un número bastante abultado de vicecónsules en los Estados Unidos.

Por eso, habrá que analizar fríamente si estos aumentos tarifarios que propone Autoridad Portuaria se corresponden con una necesidad real de la economía del Estado, o encajan en la búsqueda de recursos para cubrir el gigantismo de sus nóminas. En cualquier caso, el tamaño de la administración pública es para preocuparse.

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