Giros en Brasil traen “estadistas”
a un primer plano

<p>Giros en Brasil traen “estadistas”<br/> a un primer plano</p>

El momento en que se produce difícilmente podría haber hecho más por indicar que América Latina se desplaza hacia el control de la economía por el Estado.

Apenas había revelado Hugo Chávez, el presidente de Venezuela re-elegido recientemente, sus planes de nacionalizar grandes sectores de la economía venezolana, cuando su vecino mucho más grande del Sur canceló planes de privatizar las carreteras federales.

Dilma Rousseff, jefa de gabinete del presidente Luis Ignacio Lula da Silva, anunció la semana pasada que las concesiones para operar siete carreteras federales, que según se esperaba, serían puestas en oferta este mes, ya no se ofertarán al sector privado. Al contrario, la administración está considerando crear una empresa estatal que controle las carreteras y cobre peaje. Se ha dicho mucho sobre el cambio hacia la izquierda de América Latina en años recientes, y hay en eso mucha exageración. Sin embargo, la súbita inclinación hacia un socialismo dominado por el estado de Chávez, y su cercanía y aparente influencia sobre líderes recién surgidos, como Evo Morales, en Bolivia y Daniel Ortega, en Nicaragua, le han aportado más sustancia a esos puntos de vista.

Pero los sucesos en Brasil pueden reflejar una falta de dirección en la política, más que un movimiento consciente hacia la izquierda, dicen analistas políticos. Lula da Silva, quien empezó su segundo mandato de cuatro años el primero de enero, dice que su prioridad es “destrabar” la economía de Brasil para generar un crecimiento de 5% al año, el doble de la tasa de los últimos 15 años.

Para liberar capital para inversión de los sectores público y privado en la economía real, la mayoría de los economistas dicen que el gobierno tiene que reducir el gasto actual -en cosas como el pago del sector público, pensiones y servicios públicos. Mientras los ministros están divididos, el presidente ha dicho que la responsabilidad fiscal está por encima de todo, y no debe resultar en una reducción en el gasto, o en programas sociales. 

Sigue sin estar clara la dirección que tomará la política. Antes de su reelección, en octubre, Lula da Silva prometió acciones inmediatas para acelerar el crecimiento. Pero en los últimos meses no ha logrado nombrar su nuevo equipo de ministros y el muy prometido paquete de medidas para el crecimiento se ha aplazado repetidamente.

El anuncio de la semana pasada permite una mirada al forcejeo interno que está detrás de esos aplazamientos. “Esto es parte de un debate que se está produciendo en Brasilia, entre los que piensan que los servicios deberían ser operados por el gobierno y los que desean incorporarlos al sector privado”, dice Moacyr Servilha Duarte, presidente de la Asociación de Concesionarios de Carreteras.

El problema, dice, es que muchos supusieron que esta discusión terminaría en los años 90, cuando terminó el programa de concesiones de carreteras de Brasil. “Es una sorpresa que haya vuelto a salir”, dijo. “Algunos miembros del gobierno no entienden el sector”. Marcelino Rafart, presidente de Ecovias, el segundo mayor concesionario de carreteras de Brasil, dice que la señorita Rousseff estaba influída por una reunión previa a su declaración, con Roberto Requião, el gobernador populista del estado de Paraná. Descrito por Rafart como “el Hugo Chávez de Brasil”, Requião había cuestionado las concesiones en las carreteras en su estado antes de ser descartada por la judicatura de Brasil.  Rafart dice que Rousseff hizo sus comentarios “un tanto fuera de contexto”, y que él espera que Ecovias, que ha invertido R$1,6 millardos (US$747m,_578m, £381m) en carreteras brasileñas durante ocho años, continúe invirtiendo en el sector.

Si no aparecen nuevas concesiones, sin embargo, dice que Ecovias llevará su dinero a otros países de la región.

Sin embargo, el problema para Ecovias y otros inversionistas es la incertidumbre creada por comentarios como esos, dice Ana Carla Abrão Costa, de Tendências, una consultoría de São Paulo. “Una de las grandes áreas que necesitan inversión es la logística del transporte y [estos sucesos] solo pueden poner menos dispuestos a los inversionistas”.

De particular preocupación para algunos inversionistas son los cambios recientes en el maquillaje del gobierno de Lula. Hasta el año pasado, los que estaban a favor de una economía manejada por el Estado, como Rousseff, estaban contrapesados por ministros con mentalidad más liberal, como Antonio Palocci. Desde que este dejó el cargo como ministro de Finanzas en marzo pasado, los “estadistas” llevan la ventaja.
VERSION AL ESPAÑOL DE IVAN PEREZ CARRION

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