Glosa a la muerte de Sebastián Barceló Oliver

Glosa a la muerte de Sebastián Barceló Oliver

Sebastián, hermano de Gabriel, fundadores ambos del imperio hotelero más grande de la República Dominicana, ya está en el más allá.

Tuvo una belleza interior que yo llamaría “ansiedad empresarial”.

Supo trabajar en plena naturaleza para convertir trópicos indomados en naturalezas admirables por la elegancia con que supo vestirlas.  Fue el hombre del método y de la concepción trabajada a mano y a machete y vestida luego con amoroso cuidado.

Cristiano de fe generosa daba con largueza.  Mallorquín converso a la dominicanidad más ardiente y el primero que creyó y creó un turismo dominicano a lo grande:  Dos hermanos se forjaron en unidad acumulando en sinergia fraternal toda su bravura “felanitxera”.

Humildemente sabio, Sebastián desplegaba su seny mallorquín como quien no da y lo daba todo.

Los que fuimos detrás de él nos aprovechamos de su carretera de Higüey a las playas de Bávaro: Sesenta kilómetros.  El asfalto lo regaló el Presidente Balaguer, pero no el trabajo de asfaltar.

Aconsejé –a Gabriel o Sebastián, tanto da- la no inversión en Puerto Rico porque no era el lugar, sino Bávaro en República Dominicana desconocida por ellos.  Le puse en contacto con Gabito Ferrer –su hijo vive y lo sabe- al que le dije: “Llévales a volar por aquellas playas tan largas, donde hay un barco encallado sobre la barrera de coral”.  Fueron y volvieron al cabo de un mes fascinados por aquel paraíso.  Compraron muchos millones de metros cuadrados, con kilómetros de playas de blanco y rosa abanicadas de palma y de manglar.

Ese fue el óptimo fruto de aquella expedición recomendada por S.M. El Rey para celebrar el Quinto Aniversario de la Fundación del Círculo Mallorquín de Puerto Rico.

En mis archivos hay fotografías de Gabriel Escarrer visitando a Sebastián en su bohío bavareño antes de que Sol –entonces Sol no era aún Meliá- siguiese a la cadena Riu en Bávaro.  Los Barceló, su saga, su bonhomía, su listeza, su ejemplaridad, la nacieron en Felanitx porque es su pueblo, en Mallorca porque es su isla y donde hicieron sus primeros y modestos “pueblos”y su corazón fue de España porque es su patria.

Felanitx es nido de águilas:  de Cristóbal Colón, de los hermanos Gabriel y Sebastián Barceló, de Miquel Barceló –nuestro Picasso vivo-, de Antonio Fontanet, cuyo silencio patricio calla las dádivas largas para que ni siquiera su mano derecha sepa la esplendidez de su izquierda.

Entiendo que es en la ruralía donde se crían esos gigantes a los que España les viene estrecha: tienen órbita planetaria donde engendran sus inquietudes jamás colmadas.  Un poeta hace decir al Cid Campeador:

“Mi descanso es la pelea…”

Estas líneas, escritas desde la cadencia ventosa de pinos y acebuches, de salvia y romero, de sed y monte bajo, de tierras de call vermell, de halcones y palomas… me llevan, hoy, a escribir este memorial porque mi nombre y mis dos apellidos tienen nidada de Simones y Barceló y Obrador a la sombra del Castillo de Santueri y de la Mare de Deu de Sant Salvador.

Sé que no ando lejos de la rama de un árbol muy cercano otra rama donde se mecen los hermanos Barceló:

La familia que compró Formentor para que Lo Pi desafiante que se columpia sobre el abismo no pierda su mallorquinidad más exquisita glosada por Mossen Costa y Llobera en sus “Horacianas”y “Nureddunas”.

Formentor no se nos ha vuelto forastero por obra y gracia de Sebastián muerto y de Gabriel vivo

Im pace vivat en Sebastiá Barceló Oliver.

Este es mi testimonio de cariño y de condolencia a los suyos.

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