Gnoseología imperial II

Gnoseología imperial II

Gnoseología imperial II. En aquella ocasión dije a mi inteligentísimo amigo -físico e ingeniero aeronáutico- “el valor que asignemos a la ciencia aplicada no debe inducirnos al golpe de estado gnoseológico”. El propio Albert Einstein señaló que la física, como ciencia, es históricamente un conjunto de opiniones rigurosas, pero opiniones al fin y al cabo reversibles, provisionales, amplificables o desechables. Y todo ello porque el acto general del conocer -la realidad humana del conocer- es más amplio o abarcador que el estricto conocimiento científico. La ciencia, entendida a la manera occidental y moderna, es una creación nueva o reciente.

Sólo desde Galileo, o un poco antes, tiene existencia histórica. Sus derechos aún no están suficientemente estabilizados en la cultura, a pesar de los clamorosos éxitos de la técnica, esto es, de la ciencia aplicada. El hombre tiene más de cuatro mil años haciendo cultura y sólo unos pocos siglos haciendo esa novedad que llamamos ciencia. Ciencia es una explicación coherente, esto es, lógica, acerca de fenómenos conexos, acompañada de la prueba experimental. En algunos casos -la geometría, por ejemplo- esa prueba puede ser apodíctica o demostrativa y no experimental.

Pero el hombre no es un animal racional en plenitud. Es, a lo sumo, “logoide”. Quiero decir que la razón en el hombre no ha sido una realidad permanente y fija, como un capital puesto en depósito; es una potencia en desarrollo histórico. El hombre podrá, en lo futuro, quizás, ser más lógico de lo que ha sido hasta ahora. La razón es una penosa adquisición humana, desde el punto de vista antropológico. Antigüedad y renacimiento “soportan” la actualidad.

Y si la razón tiene un desarrollo progrediente, que está en curso, eso quiere decir que el hombre sólo está en camino de ser racional. La lógica es un producto de la razón, del entendimiento humano. La ciencia, por tanto, es una construcción dependiente del edificio de la lógica -formal o simbólica- que, a su vez, está subordinada a una racionalidad creciente o decreciente, que varía en la historia… de las humanidades. Si algunas civilizaciones desaparecen -lo cual se ha dicho desde tiempos de Platón-, entonces el hombre avanza y retrocede a la manera del cangrejo. (Empollar huevos históricos; 2001).

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