De acuerdo a lo establecido en el artículo 4 de la primera Constitución, promulgada por el Congreso de la República Dominicana, reunidos en Asamblea en la ciudad de San Cristóbal el 6 de noviembre de 1844, la división territorial del país estaba consignada en 5 Provincias y 27 Comunes, esto así, según lo establecieron los diputados constituyentes.
Esas primeras 5 provincias que se crearon con el objetivo de que el país y luego de la invasión haitiana se fuera organizando tanto política como administrativamente, fueron: Compostela de Azua, Santo Domingo, Santa Cruz del Seibo, Concepción de La Vega y Santiago de los Caballeros.
Sin embargo y para continuar con el ordenamiento planteado, es a través de la Ley No. 40, en fecha 9 de junio de 1845, cuando estas mismas provincias fueron subdivididas en 27 Comunes, con lo que se daban los primeros pasos para que nuestro país avanzara a lo que es la profundización para podernos llamar una nación organizada.
Ahora bien, y visto un breve contexto histórico sobre las gobernaciones, las cuales nacieron justo con la mismas demarcaciones geográficas más arriba citadas, nosotros nos hacemos la siguiente pregunta: ¿Están cumpliendo las gobernaciones de nuestras 32 provincias con el papel para el que fueron creadas?.
Pienso que no, más bien, en la actualidad esta son entelequias político-administrativas que en casos muy especiales cumplen con determinadas funciones, pero en verdad y créanme que para escribir el presente artículo hice mis averiguaciones con más de 10 entidades del ramo, en donde todas me dijeron lo mismo: “estamos quebradas”.
Una de esas gobernadoras de la Línea Noroeste, casi bordeando el límite fronterizo ante la pregunta un tanto fuera de las acostumbradas interrogante periodísticas me dijo, que allí no había ni una aspirina, y que contrario a otros tiempos cuando les llegaban recursos para poder solucionar uno que otros problemas de esos menudos de la ciudad, hoy día y mediante unos trámites burocráticos, tienen que hasta para poder comprar una leve receta médica, estas deben de pasar por todo un viacrucis de papeles, lo que retrasa en gran medida algunas de las labores asistencialistas a favor del conglomerado de nuestras provincias.
Otra de las gobernadoras, pero esta perteneciente a una provincia muy cercana a la nuestra me confesó, que en este cargo lo que ha hecho es “sacrificar mi vida”, pues, es poco lo que se puede hacer.
Otra casi llegando al litoral costero del Cibao nordestano, me dijo en un tono de voz un tanto bajito, que ya no sabe qué hacer, pues, la gran cantidad de personas que antes iban en busca de algún tipo de asistencia en término de lo que son las ayudas humanitarias para aquellos desvalidos que van en busca de una receta o una lata de leche, lo que a diario viven es maldiciendo y lanzando improperios en contra de quienes antes y aunque medianamente resolvían situaciones, y hoy ni las de ellas mismas pueden hacerlo.
Si bien es cierto que las gobernaciones son las representantes del poder ejecutivo, y que es mediantes estas por donde se canalizan ciertas soluciones a los problemas que se plantean en nuestras ciudades, también no es menos cierto, que las mismas necesitan recursos para ser operables a favor de la colectividad y de paso ir eliminando esos trámites que “genios” al servicio del Ministerio de Interior y Policía (organismo estatal que rige las gobernaciones), han diseñado, y que en vez de hacerle bien a las provincias, han venido a frenar parte del desarrollo que en tiempos no muy lejanos estaban teniendo estas entidades que hoy se apagan.
Hoy día, las gobernaciones, en vez de fortalecer el desarrollo integral, estas más bien son instituciones gubernamentales que solo sirven para pasar a la historia como la representantes del Presidente, pero para más nada, por lo que urge, que dentro de la tan sazonada reforma, se establezca una ley en donde estas entidades representantes legítimas del Presidente en nuestras provincias, pasen directamente bajo la tutela del Ministerio Administrativo de la Presidencia y así dejen de estar dando lástima como hoy día dan.