Los que presenciamos el escenario nacional a la altura del año 1959, apenas un 35% de la población de hoy, tenemos incrustada en la memoria de la gratitud, la epopeya del 14 y 19 de junio de ese año, cuando irrumpieron por Constanza primero y por Estero Hondo y Maimón luego, los expedicionarios luminosos de la Raza Inmortal que ofrendaron a sabiendas sus vidas para que los dominicanos re- estrenáramos las libertades conculcadas por 31 años de tiranía asfixiante.
Fueron los episodios épicos que nos marcaron a todos porque desde entonces, jamás seguimos pensando ni actuando conforme nos decían que era la verdad, La Voz Dominicana y los diarios El Caribe y La Nación, no tanto La Información de Santiago de los Caballeros.
Fue y consistió la gran hazaña, la proeza del vuelco conceptual que nos convocó a reflexionar y actuar en esa consecuencia, frente al poder omnímodo, férreo, sangriento y rapaz de la tiranía que desde el 23-02-1930, forjó el generalísimo Rafael Leónidas Trujillo.
Hoy, a 57 años, el Programa Revolucionario Mínimo de la Raza Inmortal no solamente que no se ha materializado, sino, lo peor, es motivo del desdén de todos los gobernantes que han desfilado por la colina de la calle Moisés García.
Hay un desorden superlativo en el país, en los-as conductores-as que transitan como quieren, sin respetar la anacrónica Ley 241 con multicas de 25 pesos cuando debiera ser de $25 mil.
Hay una criminalidad desbordante donde nadie se siente seguro. Hay una contaminación y deforestación pasmosa y deprimente. Hay una haitianización preocupante que peligra la soberanía, y los gobernantes del PLD son los grandes culpables.
Hay deshonra y desdén gubernamental con el sacrificio de la Raza Inmortal.
¿Hasta cuando?.