¡Gobiernistas votarán! ¿Votarán opositores?

¡Gobiernistas votarán! ¿Votarán opositores?

El próximo domingo se celebrarán elecciones de medio término. De seguro, los electores progobiernistas concurrirán a ejercer el sufragio impulsados por simpatías, o conculcados por  beneficios particulares que reciben.

Lo que no es previsible es el comportamiento de opositores y la denominada masa silente.

Los gobiernistas votarán impulsados por su triunfalismo y para seguir disfrutando las mieles del poder, despojados de responsabilidades; por  contratistas y suplidores de obras y servicios al Estado, en ejecución o en proyecto, para no exponerlos al riesgo de la interrupción; por empleados públicos temerosos de perder sus puestos al igual que beneficiarios del clientelismo encubierto mediante subsidios “sociales”.

Los opositores, en cambio, en desventaja frente a éstas motivaciones, no aprovecharon las ventajas que le brinda el rol que debieron asumir.

En lugar de oponerse a las políticas gubernamentales, la han  endosado más de lo debido hasta compartir sus aventuras como al apoyar la reforma constitucional propuesta por éste y al endosar presupuestos, préstamos e impuestos para abultar las arcas fiscales hoy revertidas en su contra a través del proselitismo financiado con fondos públicos de lo que ahora se quejan.

No han enrostrado suficientemente  la responsabilidad gubernamental en seguridad ciudadana, delincuencia, servicio eléctrico, educación y salud.

Se han dejado adormecer con cantos de sirena y dobleces  anestesiantes de la conciencia ciudadana.

De allí el poco entusiasmo opositor de concurrir al sufragio y la indiferencia de la masa silente que percibe nuestro sistema partidario como medio de connivencia y complicidad, de autoprotección mutua asociado al disfrute presupuestario y corrupción.

Esto explica el surgimiento de consignas como la de “ninguno” que repudian similitudes de candidatos presentados en medio de campañas insulsas basadas en sobreestimaciones individualistas, preñados de narcisismo hasta estético, sustentados en promeserismos incapaces de sustentarse testimonialmente.

Si en las horas que restan de campaña la oposición no se encarga de modificar éstas percepciones, ante la masiva concurrencia electoral progobiernista, resultará castigada por los electores vía la abstención.

Esta difícil tarea en tan poquísimo tiempo solo puede ser posible mediante el compromiso solemne del estamento direccional partidario de ejercer la oposición firme que el gobierno necesita para bien gobernar, como enseñaba el republicano español Manuel Azaña.

Solo así podrán entusiasmar a opositores y silentes a ejercer el sufragio el próximo domingo para fortalecer a partidos diferentes al que predomina en el gobierno, en beneficio del equilibrio democrático.

Y conscientes que, de no asumir este compromiso se exponen a ser castigados no solo en éstos sino en próximos comicios, especialmente los presidenciales del 2012; al igual que si lo asumen y no lo cumplen.

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