Gandhi, siguiendo a Tolstoi, abandonó la forma habitual de hacer política al recurrir a desobediencia civil contra el Imperio Inglés, independizando la India, hoy convertida en potencia emergente.
Balaguer, en su discurso inaugural (1986) planteó “cambiar actitud…de reiniciar…guerra política al siguiente día de… instalación de un nuevo gobierno”.
“Hace tiempo que…dominicanos esperan…una etapa de conciliación…para…una era de…convivencia”.
“…la solidaridad nacional debe inspirarnos…soluciones…para salir de los agobios que nos han atormentado…desde que nos convertimos en una nación independiente”.
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Propuso “una tregua política de no menos de dos años” donde no haya “diferencias entre…miembros de…partido/gobernante/y los que militan en otras organizaciones”
Los ánimos políticos de entonces no estaban para dar curso a estos planteamientos. Pero hoy, agobiados por emergencias que pueden afectar nuestra subsistencia como nación– fronterizas-migratorias, degradación ambiental, desorden demoterritorial, precariedad de servicios, déficits productivos y fiscales, endeudamientos-en medio de incertidumbres económicas, militares, migratorias internacionales; estamos compelidos a procurar fórmulas de hacer política para no suicidar nuestra nación y democracia.
Pudiera ser Gobierno de Unidad Nacional al tenor de definición del sitio Academia Lab: “coalición amplia de partidos…con representación congresional para enfrentar emergencias”.
Sudáfrica, España, Chile y Venezuela demostraron su pertinencia. Sudáfrica, otra potencia en ciernes, al eliminarse apartheid tras triunfo de Mandela (1994), pactó por 5 años que partidos que obtuvieran más del 10% de votos integrarían gobierno.
Los pactos de la Moncloa, concertados a la desaparición de Franco (1975) democratizaron, modernizaron y desarrollaron España.
Chile estructuró concertación de partidos por el NO al plebiscito convocado para decidir permanencia de Pinochet (1988). Triunfaron, presentaron candidatos comunes a elecciones por 20 años, proporcionándole notorios beneficios socioeconómicos a la nación; a punto de perderse al diluirse concertación.
Venezuela, tras caída de Pérez Jiménez, 1958, firmó Pacto de Punto Fijo para defender constitucionalidad, respetar resultados electorales e integrar gobierno de unidad nacional considerando “equitativamente…partidos firmantes…en la formación del gabinete ejecutivo del partido ganador”. La progresiva extinción del pacto ha dado la Venezuela de hoy.
Aprovechemos estas experiencias en ocasión de la próxima contienda cívica que se avecina.