Gobierno EEUU trata entregar a tiempo los menores ilegales

Gobierno EEUU trata entregar a tiempo los menores ilegales

Honduras immigrants seeking asylum, Carlos Fuentes Maldonado, left, stands with his wife, Jennifer Maradiaga, and daughters Mia, 1, and Britany, 4, after they were reunited, Monday, July 23, 2018, in San Antonio. The children had been taken to a shelter in Arizona shortly after they had tried to cross the Rio Grande about two months earlier. Jennifer Maradiaga said Mia was still breast-feeding at the time they crossed and she was taken away. As the government faces a fast-approaching Thursday deadline to reunite hundreds of families, it is shifting the responsibility for their well-being to faith-based groups primarily in Texas and Arizona. (AP Photo/Eric Gay)

Llegaron en camionetas blancas de Catholic Charities con sus hijos, sus papeles y nada más.
Necesitaban comida, ropa, un techo y alguna forma de reunirse con familiares en Estados Unidos. Muchos estaban todavía conmocionados por las semanas que pasaron en centros de detención. Un hombre cargaba a su hijo pequeño, que no lo reconoció después de estar dos meses separados. Una mujer llevaba de la mano a su hija de cinco años, quien se negó a hablar con ella por un tiempo porque la culpaba por su separación.
Estas escenas se sucedieron en Texas y Arizona a medida que el gobierno de Donald Trump se esfuerza por cumplir el plazo para reunir a familias de inmigrantes que fueron separadas, el cual vence el jueves. El gobierno está liberando a cientos de familias y entregándolas a organizaciones religiosas, que se ocupan de ellas.
La Associated Press observó el lunes la dinámica de familias que se reunieron en las Catholic Charities de la Arquidiócesis de San Antonio. Había bebés y adolescentes, así como centroamericanos que le huyen a la violencia de sus países y piden asilo. Algunos padres habían pasado por varios centros de detención de inmigrantes de distintos puntos del país.
Reencuentro.- Natalia Oliveira da Silva, una brasileña, esperaba nerviosamente afuera del centro de detención de Pearsall, Texas, por su hija Sara, de cinco años. La vio llegar en un vehículo con el cinturón de seguridad sobre su torso. Sara salió del auto y corrió hacia su madre. «¿No te van a llevar de nuevo, verdad?», le preguntó.
Desde que fueron separadas a fines de mayo, la niña estuvo en un refugio para inmigrantes menores de edad de Chicago, mientras que Oliveira da Silva pasó por varias instalaciones de Texas. Igual que otras familias que se reencontraron en Pearsall, Oliveira da Silva y su hija fueron llevadas a Catholic Charities en San Antonio, a una hora de allí. Los empleados de Charity las alojaron en un hotel el domingo por la noche y las recogieron a la mañana siguiente, junto con otra familia de inmigrantes. Oliveira da Silva, de 30 años, no durmió esa noche. Dijo que se pasó la noche observando a Sara. Durante la separación, hubo un período en el que Sara se negó a hablar con ella por teléfono. Cree que fue porque estaba enojada con lo sucedido. Ella misma está molesta. «Espero que no tenga más recuerdos de esto», dijo Oliveira da Silva.

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