El Consejo de Ministros de Francia se prepara para adoptar este lunes el proyecto de reforma del sistema de pensiones, que prevé la extensión de dos años, hasta los 64, la edad mínima para la jubilación y que ha creado una notable oleada de contestación en las calles.
Esta adopción será uno de los pasos previos para su aprobación final, pues, a continuación, la propuesta tendrá que ser debatida y votada por la Asamblea francesa, donde el partido presidencial de Emmanuel Macron, a falta de mayoría absoluta, cuenta, a priori, con los votos de los conservadores Los Republicanos para sacarla adelante.
“Francia está por debajo a la media de la UE (en la edad mínima de jubilación). El actual sistema es insuficiente para frenar la degradación demográfica (cada vez más pensionistas y menos activos)”, indicó el Ejecutivo, en uno de los extractos del proyecto filtrados por la prensa.
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Asimismo, el Ejecutivo del liberal Macron esgrime que el régimen de jubilación actual es “deficitario y no tiene perspectiva de mejora a medio plazo”, un argumento refutado por los sindicatos, los partidos de izquierda y la ultraderecha, quienes han prometido una firme oposición en las calles y en el Parlamento.
El pasado jueves 19 los sindicatos paralizaron parte del país en una jornada de protestas de envergadura, mientras este sábado 21 fue el turno de miles de jóvenes progresistas los que se manifestaron en París.
No obstante, Macron ha insistido esta semana en mantener la reforma, que se le había atragantado en la anterior legislatura por culpa de la pandemia de covid.
Este domingo, dos ministros implicados en este espinoso proyecto se expresaron en la prensa, el de Trabajo, Olivier Dussopt, y el de Hacienda, Gabriel Attal.
“Se trata de una reforma redistributiva”, defendió en el Jornal du Dimanche (JDD) el antiguo socialista Dussopt, en alusión a la revalorización prevista para las pensiones con cotización integral, que no podrán ser inferiores a los 1.200 euros brutos al mes (85 % del actual salario mínimo).
Mientras, Attal mostró la apertura del Gobierno a “enriquecer” el texto con aportaciones de la oposición durante la tramitación parlamentaria y criticó la postura del líder de la izquierda, Jean-Luc Mélenchon, quien aboga por una jubilación a los 60 años.
“Con su proyecto, las generaciones más jóvenes estarán condenadas a pagar más impuestos por un sistema injusto”, estimó en Le Parisien Attal.
Aparte del aumento de 62 a 64 años para 2030 en la edad mínima de jubilación, la propuesta del Ejecutivo contempla adelantar a 2027 el aumento de 42 a 43 años de cotización para poder disfrutar de una jubilación completa (hasta ahora previsto para 2035).
Recientes sondeos muestran que los franceses se oponen mayoritariamente (en torno a dos tercios) a esas dos medidas, aunque buena parte reconozca la necesidad de cambiar el sistema.
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La reforma de las pensiones también procura acabar con los regímenes especiales de jubilación, más ventajosos que el del sistema general y utilizados en muchas ocasiones por empresas del sector público, como la eléctrica estatal EDF.
Además, tendrá en cuenta ciertas profesiones consideradas especialmente penosas por su desgaste físico y mental.
Así, quienes hayan empezado a trabajar antes de los 20 años podrán jubilarse con la pensión integral con 62 y quienes lo hagan antes de los 18 (normalmente como aprendices) podrán hacerlo entre los 60 y 58 años.
El proyecto de ley incluye medidas para promover el llamado empleo “senior”, que en la práctica obliga a las empresas de más de 1.000 empleados a un determinado porcentaje de personas en fin de carrera (a partir de los 55 años).