Gobierno que se devora a sí mismo

Gobierno que se devora a sí mismo

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
El Nacional, en su editorial del pasado sábado 18, titulado «Conflictos» advertía y llamaba la atención de la costumbre que han adquirido algunos funcionarios importantes del actual gobierno peledeísta para devorarse y desautorizarse públicamente.

Y es que las confrontaciones, tan frecuentes, de los más altos funcionarios del gobierno desde que se instalaron en el poder, hace cerca de diez meses y medio, está marcando el rumbo de un PLD supuestamente irreemplazable en la conducción pública, cuando sus integrantes es ahora que están disfrutando de las mieles del poder y parten de la base de que las demás organizaciones políticas, o están desacreditadas, o se están reorganizando, o ya no tienen aceptación en la población.

Por lo tanto, no es de extrañarse el grandioso vedetismo que exhiben los funcionarios más conspicuos del régimen actual, que se tiran al cuello para opacar a sus colegas de gabinete. Hay otros que lo hacen desde las sombras, mediante expedientes de hurgar en los pasados, y hasta han pretendido sacar a relucir de propiedades adquiridas hace varios años, como si fueran fruto de los pasados diez meses, fruto evidente de actos deshonestos cometidos en ese período.

El editorialista de El Nacional mostró su preocupación, ya que un gobierno devorándose a sí mismo no puede armar una fuerza cohesionada de esfuerzos comunes, ya que es evidente que cada quien está jalando para su lado. Y esas haladeras giran en torno a las ambiciones de poder político que les permitan ser árbitros en la política nacional, siendo actores de más importancia. Pero en el peor de los casos se sentirían estimulados por lo que vieron en la anterior administración perredeísta, de como los recursos del Estado fueron desfalcados impunemente, y ahora, con timidez, se están armando los expedientes de tanta corrupción cometida al amparo de un repudiado régimen constitucional.

Si se están devorando los peledeístas, es hora que el presidente Fernández, al que le gustan tantos los debates, seminarios y reflexiones, llame a sus más conspicuos gladiadores mediáticos para hacerles ver que de nuevo serían desplazados del poder, tanto en las elecciones del próximo año como las presidenciales del 2008. Y es que para ese año, el pueblo, si el presidente buscara la reelección, no le daría el apoyo como en el 2004, ya que sus compañeros del gobierno se han encargado de ponerle el agua a hervir y desbaratarle todo lo positivo que ha realizado hasta la fecha con sus programas de recuperación económica y educativa. Los funcionarios, por sus contradicciones y pugnas, muchas públicas, indican que la mentalidad cuadrada de cuadros peledeístas eran tan solo una camisa de fuerza de honestidad obligada, no de moral boschista, hasta que se llegara a disfrutar del poder en todos los órdenes, cosa que no ocurrió con tanta fuerza en el período del 1996 al 2000.

Los conflictos han sido siempre el caldo de cultivo en donde se mueven las ambiciones de los políticos dominicanos, que siempre tratan de armar una parcela del poder político con recursos sustraidos al Estado.

Contando con un férreo control político, como lo tuvo el doctor Balaguer en su tiempo, pudo equilibrar esas ambiciones, para que no dieran traste a sus administraciones, que se sostenían en base a darle a cada grupo su cuota limitada de enriquecimiento, y a los militares, su fuerza para que pudieran contar con cierta hegemonía frente a otros grupos, hasta que el fenecido estadista lo considerara conveniente.

Pero esos conflictos peledeístas llegan en mal momento, cuando el país no ha acabado de salir de la enorme crisis que en todos los órdenes le dejó la administración anterior. Y en medio de su congreso para elegir nuevos dirigentes del partido, es notorio que el vendaval de aspiraciones amenazan con debilitar a un gobierno que ha tenido hasta suerte para lidiar con el Congreso perredeísta, pero podría llegar a romperse ese equilibrio. Y es que existe un descuido de quienes en el PLD están soñando con posibles bandas presidenciales o con otras prebendas del poder, y no están trabajando para consolidar a un partido que pretende aparecer como el más grande.

El ejemplo dado por el PRD en sus amañadas elecciones de nuevos dirigentes demostró que contó con una buena asistencia, que sirvió para demostrar lo falso de que su militancia supera el millón de miembros. Los perredeístas son muy malos para gobernar, pero en la oposición tienen muchas habilidades organizativas, son excelentes estrategas y ahora tienen a un partido que buscará de nuevo un nicho para volver a engañar al país y alcanzar de nuevo el poder o consolidar su maquinaria legislativa en el 2006 para saber cómo reclamarle a los peledeístas, empeñados en crearse cada vez más conflictos internos y con un funesto PPH resucitando del lodo de su ignominiosa y podrida administración gubernamental del 2000 al 2004.

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