Gobiernos débiles y dificultades económicas

Gobiernos débiles y dificultades económicas

 FIDELIO DESPRADEL
Los últimos tres gobiernos que ha tenido el país han sido relativamente fuertes. El primero, por las ilusiones que despertó el primer gobierno del PLD en función a la forma cómo surgió el PLD a la vida pública y a la figura de su fundador y guía, el profesor Bosch. El segundo porque la gran frustración con el primer gobierno de Leonel Fernández, se tradujo en una votación de 50% a favor de Hipólito Mejía. Y el actual, porque aunque surgió como reacción ante el desastre de Mejía, logró más del 60% del voto del electorado.

Ahora resulta cada vez más claro que el próximo gobierno que surja de las elecciones de mayo próximo será débil.

Débil porque ninguno de los partidos y figuras políticas que hasta ahora van a participar en la contienda electoral logrará alcanzar más de 40  ó 45% de los votos, lo que los obligará a un pacto para la segunda vuelta, que en la cultura y códigos impuestos por las cúpulas de los tres partidos «mayoritarios» significa reparto del botín y licencia de corzo para esquilmar el erario.

Débil, porque ante la ausencia, hasta estos momentos, de una opción alternativa de signo progresista (está en construcción pero todavía no ha alzado el vuelo), los votantes saben muy bien que van a votar por «el mal menor».

Y será débil, principalmente, por el cúmulo de problemas económicos que la actual administración ha venido imponiendo al país, con su sumisión perruna al programa y dogmas neoliberales. En efecto, en nuestro país se sigue desarrollando en forma creciente la brecha entre las importaciones y las exportaciones, estando estas últimas a niveles parecidos a las cifras existentes en la década del 60 y 70 del pasado siglo. Débil por la inmensa deformación de la estructura productiva del país, expresando todas las cifras y estadísticas la tragedia de un país que descuida en forma sostenida y creciente la industria, la manufactura y la agropecuaria. Débil por el crecimiento desmesurado de la deuda pública, tanto interna como externa, cuyo servicio anual anda hoy por los 46% del PBI. Será débil económicamente por el enorme saldo negativo de la cuenta corriente del país, que en los últimos dos y más años ha sido cubierto por la inversión extranjera directa, con las funestas consecuencias que esta realidad acarrea. Débil, además, por muchas otras realidades económicas impuestas por el modelo vigente en el país.

Y por último, por un factor todavía incierto, pero que podría tener graves consecuencias sobre el desarrollo económico mediato del país, como lo es explosión de la llamada «burbuja inmobiliaria», que estremece hoy, no sólo a los bancos directamente ligados a la construcción y los préstamos hipotecarios, sino a todo el sistema bancario y de bolsa del mundo.

Si la actual crisis consecuencia del estallido de la «burbuja inmobiliaria» precipita un «aterrizaje forzoso» de la economía norteamericana, salpicado por la debilidad actual de su gobierno y el descalabro de la aventura irakí, provocando una recesión, la República Dominicana podría ser golpeada por partida doble: Por una parte, por la repercusión que tiene una recesión en Norteamérica en la economía del país: disminución del flujo de turistas, de las compras al país, de las remesas, de las inversiones y muchos otros factores. Pero hay otro factor, no necesariamente ligado a un «aterrizaje forzoso» de la economía norteamericana, que podría repercutir sobre nuestro país como consecuencia del estallido de la llamada «burbuja inmobiliaria»: Me refiero a las reacciones que provoca en el movimiento de capitales y en la actitud de ese capital especulativo, que siempre está presente en nuestros países.

¿Qué pasaría si esos especuladores que han traído dólares para invertirlos en papeles dominicanos, deciden deshacerse de sus papeles en pesos, para convertirlos en dólares, aunque sea perdiendo un cinco o diez por ciento de su valor? ¿Y qué pasaría con los inversores dominicanos, que tienen su dinero en papeles del Banco Central, si llegan a identificar que se está perdiendo la «confianza en el peso» y que el banco se encuentra bajo esa presión, lo que los induciría a cambiar sus pesos por dólares?

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