Pasaron los años. El nieto cobró el aspecto del abuelo, los pinceles del tiempo blanqueron su pelo, trazaron líneas en el rostro que el drama fronterizo acentuaban. En su niñez, Regino acertó en su respuesta a Papá Juan sobre lo que quería ser en la vida, como atestiguan 45 años de sacerdocio, de entrega plena a los pobres y oprimidos, en un continuo darse a sí mismo, todo servicio y amor.
La espiritualidad ignaciana que inspira e influye la misión de los jesuitas en el noroeste de la frontera dominico-haitiana ha determinado el pensar, el sentir y el obrar del padre Regino Martínez en su dilatada y fructífera misión pastoral.
Las manos que labraron la tierra siguen consagrando el pan y vino en un ministerio fiel al Evangelio, a las enseñanzas de Jesús, del Cristo solidario, consciente de que fe y vida no pueden disociarse, de que lo divino y humano no pueden separarse.
Actualmente, permanece inmerso en una nueva etapa de acompañamiento a la gente, un proceso de ejercicios espirituales: la meditación que hace ver la raíz de un problema, la contemplación que lleva a la afectividad, a sentir con el otro, a despertar un sentimiento de solidaridad con el que sufre. Y preguntarse qué haría Jesús ante las vicisitudes de una madre, un niño, un joven.
¿Qué haría frente a los que tienen hambre, los enfermos, vejados y atropellados, los flagelados y crucificados en la frontera y todo el país? ¿Qué haría ante la ilegalidad, la degradación humana y ambiental. ¿Qué tenemos que hacer? Tú, yo, nosotros.
Qué hacer en la frontera. Su voz sigue clamando por respuestas idóneas: un marco jurídico que regularice la inmigración haitiana y ponga fin a la ilegalidad, los controles corruptos, represivos, individualizados.
Propone respuestas unitarias ante una responsabilidad de todos. Ejecutar las acciones que demanda el desarrollo fronterizo partiendo de una coordinación entre las autoridades, ciudadanos y empresarios dominicanos y haitianos.
Eso puede hacerlo el Estado -dice-, los gobiernos de ambas naciones, los que tienen los recursos que requiere la producción agropecuaria e industrial, la reforestación y dotación de agua, electricidad y vías terrestres, carencia más dramática del lado haitiano. Urge invertir en salud y educación, formar técnicos medios para que cuando lleguen las empresas haya un personal preparado.
Cumplir su rol. ¿Cómo transformar el rostro de todo el país? __La conclusión que he sacado de toda mi experiencia de servicio es que el Gobierno haga su papel, y nosotros como Iglesia hagamos lo que tengamos que hacer, que nos apoyemos en nuestra propia base, que es la debilidad solidaria, que tiene una fuerza, la fuerza de Dios, que es la que dará el entendimiento a los que causan daño a la sociedad.
__No puedo incidir en una conciencia cuando le esté bautizando las cosas mal hechas que hacen. ¿Me usan?, pues me voy; que no me van a dar nada, que no me den nada. No debemos estar recibiendo prebendas de empresarios violadores de derechos y de gobiernos clientelistas, corruptos, indolentes.
Renglones torcidos. El sacerdote cumple su nuevo rol tras vivir una experiencia en Guayubín, provincia de Montecristi que lo condujo al acompañamiento espiritual. Ahí se le develaron realidades que le indicaban los pasos a seguir.
Sentía que las responsabilidades burocráticas en Solidaridad Fronteriza (SF) lo alejaban de la gente, y renunció a su dirección en 2012, permaneciendo como promotor. “La vida institucionalizada es buena, porque el individuo no puede darle continuidad en el tiempo a su trabajo. SF le da continuidad a una opción de defensa al empobreciente apoyada en valores de fe, justicia y organización, de unión organizada. Una opción que me trasciende a mí”.
No quería burocratizarse, deseaba volver a la base, defender los derechos de los migrantes. Se fue al poblado de Ranchadero, en Guayubín, la comunidad lo rechazó, rehusó alquilarle una casita y tuvo que quedarse en la parroquia hasta regresar a Dajabón en 2015.
__Empleadores usaron dirigentes engañadores que le decían a la gente que yo era traficante de haitianos, que soy yo quien los trae. No vendrían si no los emplearan de la manera que los hacen, para explotarlos.
El rechazo se trocó en experiencia provechosa. “Es que si uno cultiva la semilla de Dios sigue produciendo donde quiera que uno esté. Su crecimiento no depende de sus funciones ni de dónde vive, trasciende edad, lugar, función, porque Dios está en todas partes, busca lo mejor para cada uno”.
La realidad que parecía adversa dio buenos frutos. Ahí dispuso de tiempo para sistematizar y escribir el trabajo en SF como opción de un proceso de cambio. No duda, Dios escribe derecho con renglones torcidos.
__Con la sistematización que hice de la labor social aparece el contenido de la espiritualidad que me ha fortalecido toda mi vida, porque lo que sostiene el trabajo social, político, económico, es precisamente el valor que motiva a la persona, una donación del Creador, como la vida, y eso crece infinitamente.
__El germen de todo el compromiso personal y el trabajo que uno hace está en ese valor originario, la semilla de Dios, eso se va desarrollando. Dios conoce a uno más que uno mismo, me ha dado la vida y lo que me motiva para desarrollarla. El problema está en nosotros, en que podamos coincidir con lo que Dios espera de uno. Y como Él nos ha hecho libres, eso depende de uno, no de Dios.
Esa semilla, esa vocación estaba en él cuando dijo al abuelo que quería ser sacerdote. Desde niño supo lo que Dios esperaba de él. ¿Qué quiere Dios ahora? “Lo que estoy haciendo últimamente, la espiritualidad personalizada, que es lo que ha estado presente siempre como semilla de Dios”.
Acompañamiento también vivido en comunidad durante talleres a asociaciones apostólicas y campesinas, en asilos y liceos, ayudando a jóvenes y adultos a quitarse la venda que impide ver la esclarecedora luz del espíritu.
Entre avances y retrocesos
“En la medida en que seamos fieles al valor originario, a la semilla de Dios, echaremos para adelante”, dice el padre Regino, quien en 45 años de estadía en la región fronteriza, el padre Regino ha sido testigo de avances, estancamientos y retrocesos. Avances en la toma de conciencia y en la organización comunitaria, frente al deterioro institucional, el clientelismo y la corrupción.
En infraestructura, los campos de Haití están mucho más atrasados, nadie invierte donde no hay electricidad, agua ni asfalto. Del lado dominicano- agrega-, ha habido cierto avance, pero falta mucho en salud, educación, vivienda, energía eléctrica y agua potable. En telefonía se ha logrado bastante, pero no en vías terrestres, falta un aeropuerto.
El sacerdote ha visto crecer a la gente en el ámbito político. “El pueblo pobre ha crecido más políticamente, es más sabio que sus conductores políticos”. Eso lo ha vivido, lo ha aprendido en frontera, viendo el comportamiento de la gente.
En 1978, por ejemplo, el presidente Joaquín Balaguer decía que ganaba con votos o con botas, y la población lo sacó del poder por la represión y muerte que imperaban. En 1986 lo volvió a reelegirlo, no por ser balaguerista ni porque fuera una opción, sino para darle una lección al PRD, demostrarle que si bien fue menos represivo, era corrupto, un partido dividido por pugnas las internas que no atendió al pueblo como se esperaba. Similar lección se la dio a los peledeístas en el 2000, pero ni el PRD ni el PLD han comprendido eso, porque su interés difiere de los intereses del pueblo.