Golpe contra Horacio

Golpe contra Horacio

Cuando se produjo el golpe militar contra Horacio Vásquez, la noche del 23 de febrero de 1930, el general Rafael L. Trujillo estaba taciturno, confundido, lleno de temor porque ignoraba el destino final de la conjura. Y cuando el comandante de la fortaleza San Luis, José Estrella, se enteró de la indecisión del jefe del Ejército llamó a su sobrino, el Lic. Rafael Estrella Ureña, el líder civil de la asonada miliar.
Con fuerte timbre de voz, el militar le dijo a Estrella Ureña: “Ese pendejo de Chapita parece que tiene miedo y nos va a joder. Déjame ir por ahí con mis hombres, tirando unos tiritos que voy a entrar a la fortaleza y lo voy a fusilar en seguida, antes de que se arrepienta y bloquee la situación”.
De inmediato el comandante organizó las guarniciones militares y partió hacia la capital, tomando la carretera Duarte, y al llegar al kilómetro 29 de la vía, en los alrededores de lo que hoy se conoce como Pedro Brand, se encontraron con Mr. Cabot, asistente del jefe de la delegación de los Estados Unidos, Mr. Curtis. Cabot intentó que los rebeldes detuvieran el paso, alegando un supuesto arreglo entre las partes, pero los esfuerzos resultaron inútiles.
Cuando el delegado asistente llegó a la oficina Curtis conversaba con el presidente Vásquez y con una tercera persona. El comisionado comunicó que los guerrilleros avanzaban a ritmo acelerado hacia la capital, y con la vista puesta sobre Horacio le dijo: “Señor Presidente, el general Trujillo lo ha traicionado”. El presidente se acongojó al oír tan categórico pronunciamiento y su rostro se transformó. Vásquez quedó sin fuerza, anodadado; la indignación, el dolor, la amargura de la traición a manos de quien creyó el más agradecido de sus hijos políticos; del que más se había beneficiado de su bondad; de aquel que había comido de sus manos.
En un parte militar que rindieron a Mr. Curtis, los militares yanquis adscritos a la delegación norteamericana afirman que “el golpe se había materializado debido a que Horacio y sus seguidores no supieron aprovechar la oportunidad que tuvieron en sus manos para dominar la situación. El jefe del ejército, el general Trujillo, no contaba con los militares suficientes para concretar la acción subversiva.”
Señala que aunque en sus alrededores el presidente tenía dos oficiales de su extrema confianza, capaces y decididos, los coroneles Alfonseca y Vásquez Rivera, “hizo falta un hombre que empuñara el timón y enderezara el curso de la nave que zozobra en medio de la tormenta”. “Si el pueblo hubiese sido llamado a decidir por las armas en este instante, entre el gobierno horacista y el general Trujillo, el pueblo hubiese preferido continuar con Horacio”, expresa el escritor puertorriqueño Víctor Medina Binet, en su obra “Los Responsables”.
En definitiva, el golpe se concretó el domingo 23 de febrero de 2030 y Trujillo activó su accionar después de la renuncia de Horacio, el dos de marzo del mismo año. La presidencia de la República quedó al mando de Estrella Ureña, que un año después rompió con el general y se exilió. El futuro dictador inauguró su régimen de fuerza asesinando a Virgilio Martínez Reyna y su esposa, doña Altagracia, que estaba encinta; a Cipriano Bencosme y Desiderio Arias, y sometió a persecución constante a los coroneles Vásquez Rivera, que perteneció a la escolta de Horacio, Aníbal Vallejo, Leoncio Blanco y otros.
Horacio ocupó la presidencia de la República a principios del siglo y en marzo de 1924 fue elegido de nuevo, con Federico Velázquez, de vicepresidente. Este renunció luego que los horacistas extendieran el mandato hasta 1928, y en reemplazo de Velázquez se escogió al Dr. José Dolores Alfonseca, que asumió la presidencia durante la ausencia por enfermedad de Vásquez, que fue sometido a una cirugía en los Estados Unidos.

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