Golpe de estado en Brasil

Golpe de estado en Brasil

El reinado de 13 años del PT, el Partido de los Trabajadores, de Luis Inácio Lula Da Silva y de Dilma Rousseff, ha caído.
Reelecta con el apoyo de 54 millones de votantes, la primera presidenta de la historia brasileira cayó vencida blanco de una conspiración orquestada abiertamente por la derecha, que desempolvó un antiguo mecanismo constitucional, que data más de un siglo, el unpeachment o “juicio político” desde el Congreso, para justificar la destitución de un gobierno democrático y popular. Pero su reelección, los escándalos de corrupción y la probabilidad de que Lula regresara al poder, allanaron el camino a los conspiradores.
Concomitante a los fastuosos Juegos Olímpicos de Brasil, el mundo vio más que un “juicio”, una vendetta política, cuyo telón de fondo contiene todos los elementos del complot y la traición de Michel Temer, el Vicepresidente compañero de Dilma, nombrado durante el proceso “presidente interino” y elevado con la mostrenca sentencia a Jefe de Estado, su premio gordo de la lotería. Se describe a Temer como frío y calculador que, pese a su dilatada experiencia, jamás hubiera ganado el escrutinio de las urnas para alcanzar el Palacio del Planalto.
La acusación contra Dilma: que cometió “delitos de responsabilidad” por maquillar el déficit presupuestario, un cargo pueril y ridículo, con el cual, si seguimos el guión brasileiro, pocos gobiernos tienen moral para lanzar la primera piedra libres de pecado.
Prueba al canto. Los senadores no la inhabilitaron por ocho años como castiga la jurisprudencia. Ella podrá disputarle el liderazgo a Lula, quien tiene un pie en la cárcel acusado de soborno.
La mejor descripción de lo ocurrido la ha dado Manolo Pichardo, de la COPPAL: “un plan orquestado por fuerzas de países poderosos y transnacionales en alianza con sectores conservadores de Brasil”.
Pero, indudablemente, el PT volverá.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas