Golpe de Estado publicitario

Golpe de Estado publicitario

ANTONIO PEÑA MIRABAL
Hablar de golpe de Estado en el país, en la actualidad, es un absurdo. El último propiciado por fuerzas conservadoras de la nación derrocó al gobierno más democrático del siglo pasado, encabezado por uno de los políticos con visión de futuro más desarrollada de los últimos tiempos, el profesor Juan Bosch. Esa infausta acción político-militar no sólo parió una de las epopeyas patrióticas más hermosas de nuestra historia reciente, sino que además paralizó por muchos años el desarrollo institucional democrático de la nación. La lección de aquel golpe fue bien aprendida por la sociedad dominicana y las distintas fuerzas sociales que la integran, por lo que constituye una aventura peligrosa embarcarse en cualquier movimiento que intente subvertir el orden instituido.

No existen condiciones ni objetivas ni subjetivas que indiquen el camino de un golpe de Estado al gobierno del presidente Fernández. No hay crisis política, mucho menos económica, lo que no debe ser confundido con manifestaciones de desencantos de la población, lo cual es natural para un gobierno que ha entrado en su último año. Los problemas sociales que se manifiestan en la actualidad no alcanzan la categoría necesaria para desencadenar acciones que desemboquen en un golpe de Estado. Por muy mala que se perciba la situación actual de la mayoría de los dominicanos, de acuerdo a como lo reflejaron los números de la última encuesta Gallup-Hoy, dicha situación lo más que provocaría es una movilidad coyuntural de simpatías políticas, y esto se manifestaría en los resultados de las elecciones de mayo próximo y no en la orquestación de un movimiento que termine con el orden institucional.

¿Con quiénes contarían los que se embarquen en tan funesta aventura? Que uno, dos, cinco, veinte, cincuenta coroneles, generales, mayores, etc., estén descontentos con su situación a lo interno de las Fuerzas Armadas, de ningún modo significa que cualquier movimiento que intenten formar para desconocer el orden establecido contará con el apoyo del resto de nuestras fuerzas castrenses. Que existan militares con simpatías políticas, como es natural que así sea, hacia litorales distintos a los que pertenece el presidente Fernández, y que los mismos estén siendo presionados por políticos a favor de su causa, tampoco es garantía de ejecutar con éxito una acción como la denunciada.

Nuestros militares saben bien que la época de golpes de Estado es una página negra de nuestra historia que pertenece al pasado, y que el futuro de la carrera de cada uno de ellos depende del fortalecimiento de nuestra democracia. No hay aliados en estos momentos, ni dentro ni fuera del país, que acompañen una aventura como la denunciada. Otros motivos pudieran estar sugiriendo la denuncia realizada por el guerrillero Claudio Caamaño.

¿Es casual que la denuncia de Claudio Caamaño coincida con la puesta en circulación de su libro sobre la Revolución de Abril? ¿A quién beneficia, en términos políticos esta denuncia, a Miguel Vargas o a Leonel? No se conoce que el señor Caamaño fuese autor de best-seller alguno, por lo que una buena herramienta mercadológica para publicitar su libro pudiera ser la utilizada, aún fuese descabellada, como lo es, lo cierto es que el nombre del autor ha estado presente, por varios días, en los principales medios de comunicación del país y esto de por sí vende. De igual forma, la denuncia de posibilidades de golpe de Estado en cualquier país del mundo tiende a unificar la opinión pública alrededor de la víctima, lo que se convierte en bálsamo refrescante para el gobernante de turno, no así para sus opositores. Aunque el presidente Fernández no necesita escaramuzas como éstas, hay quienes pudieran pensar en que se trata de una jugada política en dos vertientes: la primera para lograr incrementar apoyo de la población y de poderes fácticos a favor del gobernante, y la segunda para obtener la reunificación de su partido en torno a él.

Sea lo que fuere, la denuncia del guerrillero Claudio Caamaño luce fuera de contexto e inoportuna, porque por otro lado, revivir temas como éstos que ocupan la primera página de todos los periódicos de circulación nacional, puede crear condiciones adversas a la principal industria con que cuenta en la actualidad el país: el turismo. Nadie desea ir a descansar a un país donde hay problemas de intoxicaciones alimenticias, donde no hay control efectivo del dengue y otras enfermedades, donde la inseguridad ciudadana cobra vidas de turistas, y que además se esté anunciando posibilidades de asonadas militares, en nada contribuye al fortalecimiento de la misma. Aquí lo que habrá serán elecciones presidenciales el próximo año y esa es la oportunidad que nos brinda la democracia para expresar cualquier disgusto con el gobierno actual; inventar con golpes de Estado, es una locura.

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