Grabarlo todo

Grabarlo todo

Ya está claro: grabarlo todo. Si sale de su casa a trabajar, grabe. Si llega de la faena, grabe. Si se dispone a dormir, grabe. Si va para el baño, grabe. Si va a la universidad, grabe. Si llegó la hora de almorzar, grabe. Si se saca la lotería, grabe. Si su vehículo se daña, grabe. Si no puede con las pesas en el gimnasio, grabe. Si va a cobrar, grabe. Si está a punto de morir, pare la muerte y grábelo todo porque esa es la única salida para que el atropello no le saque la lengua.

Hoy no se hace justicia si una cámara no lo registra. Cada día se suben miles de videos en las redes sociales donde se comprueban los abusos, crímenes y maltratos de los malos, con y sin uniforme. Antes del mundo virtual los jodíos se quedaban así porque pesaba más la palabra de la autoridad que del acusado, sin embargo, con lo audiovisual en cada esquina, llueven las evidencias del dolo colectivo. Es tan así que se ha vuelto el testigo fiel en los tribunales.

En marzo de 2014 las Grandes Ligas estrenaron la revisión de las jugadas por las quejas de los equipos con los errores de los árbitros. Casi el 40% de las llamadas a revisión se han cambiado y eso ha significado la diferencia entre ganar o perder. Lo propio ha hecho la policía en los Estados Unidos, cuyas patrullas graban los operativos y eso les sirve como evidencia a la hora de enfrentar un desaprensivo.

En República Dominicana hay precedentes al respecto, como el caso de Juanchy Comprés en Santiago donde se confirmó, por un video, que un policía le puso droga para inculparlo y justificar su apresamiento. El video se hizo viral y los agentes fueron suspendidos después de liberar al detenido. Si no aparece la grabación todavía el apresado estuviera en la cárcel.

En abril del año pasado una adolescente de 17 años recibió una golpiza de parte de un policía en Cristo Rey y todo parecía quedarse impune, hasta que salió un video con la escena y las cosas cambiaron. Al abusador lo apresaron y la mujer fue liberada. Como esos hay cientos en las redes, haga un ejercicio en Google y busque las palomitas.

En enero de 2016 El Caribe publicó un video donde se muestra a una mujer golpeando salvajemente a su nieta de tres años y en menos de 24 horas la detuvieron. Un año antes apresaron a otra madre que intentó ahorcar a su hijo después de darle una paliza. En mayo pasado ocurrió algo similar y pasó lo mismo; el uso de los celulares ha salvado a mucha gente.

Una que no pudo salvarse fue Anneris, asesinada por un delincuente en la joyería donde laboraba en la Zona Colonial. El malhechor planificó el crimen y sus pasos fueron captados en las cámaras de los negocios adyacentes, lo que permitió recrear la cronología del hecho e identificarlo. Días después el tipo ya estaba preso, y mal preso.

Hace una semana conmovió a la comunidad dominicana en Nueva York el caso de Junior, el adolescente que fue asesinado brutalmente por pandilleros compatriotas por una alegada confusión. El horrendo crimen fue captado por cámaras externas a la bodega de donde lo sacaron y eso sirvió para identificar a los asesinos, hoy presos con promesa de no salir jamás.

El caso más reciente le ocurrió a un joven que labora en la Maternidad Nuestra Señora de La Altagracia. Se desplazaba en su pasola y fue detenido por dos agentes que pretendían llevarlo preso, pese a que mostró todos sus documentos al día. Los uniformados se mostraban agresivos hasta que notaron que eran grabados… desistieron el tono, la agresión y la intención.

Otro ejemplo de éxito audiovisual lo presentó el Gobierno con una campaña de educación vial donde presentaba los videos del 911 donde se evidenciaban las imprudencias de los conductores. Fue tanto el impacto que medios internacionales se hicieron eco, sobre todo porque mostraban la realidad del tránsito local y todo por los videos.

Como se ven las cosas, a todas luces tendremos que andar por las calles transmitiendo en vivo todo lo que pasa. Al parecer es la única vía que tenemos los jodidos para que se haga un poquito de justicia cuando nos fallan. Creía que la gente grababa todo por un delirio de fama inalcanzable, pero ahora entiendo que, más que una moda, es una garantía de supervivencia, o por lo menos de que el crimen no quede impune. Grabe todo y procure no hacer lo malo porque, aunque usted no lo crea, alguien lo estará grabando.