¡Grabemos!

¡Grabemos!

Eusebio Rivera Almodóvar

Como ciudadanos, no importa el estrato social en que estemos (o nos coloquen) en algunas ocasiones, con mayor o menor frecuencia, tenemos que mirar al cielo, como buscando ayuda divina, pero, sobre todo, paciencia, para no ser prisioneros de la ira y estallar echando maldiciones a los responsables de que un apagón nos desbarate el día, una falta de señal telefónica estúpidamente explicada por las compañías te deje sin comunicación en una situación de urgencia o un tapón gigante en la vía pública te traiga a la memoria todas las “malapalabras” que aprendiste desde chiquito y, cuando logras comunicarte para tu correspondiente queja, las instituciones públicas y privadas responsables te reciben con el estribillo “Esta llamada puede ser monitoreada o grabada con fines de control de calidad, entrenamiento o capacitación” buscando que el silencio del cliente sirva de virtual aprobación a la violación de su derecho a la privacidad, que por demás está reglamentado, usando un truco preparatorio ante una posible demanda o denuncia de un abuso empresarial o estatal.
Ante esa práctica generalizada de cumplir con “informar previamente” (¡y ya!) sin pedir formalmente permiso para violarte un derecho, lo adecuado es que los usuarios también grabemos nuestras protestas telefónicas y digamos lo necesario con la suficiente energía, “con fines de entrenamiento a nuestras familias y perfeccionamiento de nuestras actitudes de rechazo a los abusos, mentiras y justificaciones estúpidas de compañías de servicios que vulneran nuestros derechos por encima de tener contratos formales y pagos puntuales de nuestras cuotas” guardando esas grabaciones que podrían ser el apoyo necesario cuando el verdadero progreso nos alcance y deban resarcirnos justamente por daños y perjuicios en nuestra calidad de usuarios.

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