Gracias a Hugo Chávez

Gracias a Hugo Chávez

La República Dominicana recupera la opción de volver a las ideas que redujeron considerablemente el aparato empresarial del Estado a partir de 1996.

Es cierto que nada fue perfecto, pero sí es cierto que la privatización en Molinos Dominicanos fue acertada, como lo fue también en La Tabacalera y en otras Empresas del Estado.

Es cierto que la Ley General de Electricidad pudo ser mejor, como es cierto también que su aplicación y reglamentación ha sido torpe e interesada para concentrar el poder en unos pocos, hábiles e indolentes.

Es cierto que la compra de los intereses de Unión Fenosa en la distribución, que no valían ni un centavo y que abrió el camino para una tercera reversión de los objetivos en Ede-Este revertieron el objetivo descentralizador y han significado un costo desmesurado para la población por la ineficiencia asumida por el Estado y por los subsidios.

Es cierto que la privatización en el CEA ha sido un fracaso, ha sido más bien la desaparición del CEA, salvo en Barahona, donde ha sido exitosa.

Es cierto también que nunca Venezuela hizo declaración pública alguna en reclamo de participación en la Refinería, a la vez que sobra la certeza de que su ministro de Energía dijo que no le interesaba el negocio.

Como también es cierto, a todas luces, que la duplicación de la presencia estatal en la refinación y distribución de combustibles auguraba una complicación de carácter exponencial.

Por ello, gracias al repente de Chávez y del chavismo, que es expresión del carácter exponencial a que podía conducir esa alianza traída por los cabellos, hoy es posible retomar un camino que entronque con 1996.

Así, al sacar con cuidado al Estado de los negocios altamente inflamables del refinado, y ya fuera la Shell del asunto, ha de propiciarse una democratización de la propiedad, que es por consecuencia una democratización de la vida.

Para ello, cuidadosamente, es preciso dar los pasos siguientes:

a) Retomar las negociaciones que avanzó Shell con un grupo de inversionistas locales a ver en qué disposición están de mantener su oferta y/o abrir una licitación por el 51% de la empresa, en interés de definir un grupo líder en el manejo futuro de esos negocios.

b) Estabilizar esa asociación por un período de un año o más.

c) Colocar un 2 a 5% de la participación estatal en el mercado de valores para lograr poco a poco ofertas más altas por la venta del resto, y traspasar sólo cuando las ofertas sean buenas.

d) Avanzar en el mismo sentido periódicamente hasta que el Estado se deshaga de toda participación en ese negocio.

e) Dejar bien claro que la venta de la Refinería, o de la mayoría de su capital, no traspasa al comprador los beneficios de orden monopólicos de que ha disfrutado esa entidad en virtud de su particular concepción original.

f) Abrir, de inmediato, todo el espectro de inversiones posibles a quienes deseen participar en él, liquidando los obstáculos que a nombre de permisos o regulaciones se convierten en protección a lo instalado, e impedimento a la participación en el mercado de las innovaciones necesarias para que las oscilaciones de precios en los combustibles puedan alguna vez beneficiar a los consumidores.

Eso es posible.

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