Hace un par de meses, el Presidente de la República, el doctor Leonel Fernández Reyna, realizó un amplio y bien respaldado recorrido por todo Santo Domingo Norte.

En la ocasión me invitaron para formar parte de la comisión que recibiría al mandatario con el propósito de plantearle las necesidades y problemas de la comunidad de Barrio Nuevo.

Aunque en nuestra iglesia teníamos y tenemos mucha carencia, decidí solicitar encarecidamente al Presidente algo que entendí era lo prioritario  y de interés general. Me refiero a unas destartaladas calles que por años y años se habían convertido en algo intransitable y generadoras de un polvo maldito e insoportable.

El descuido y abandono hacía que esto no valiera nada.

“Señor Presidente, haga un milagro con estas calles”, fue mi reclamo. Bajo mi visión religiosa, comparaba la transformación de ese entorno como una especie de obra grande casi imposible al ojo humano.

Para ser sincero, yo tenía mis dudas.

Sin embargo, hoy Barrio Nuevo ha cambiado radicalmente su aspecto, gracias a su  gran transformación.

Durante toda una semana los camiones y equipos pesados no cesaron de entrar y salir colocando una espesa capa de asfalto que, por lo visto, resistirá con firmeza el paso de muchos años.

Los moradores sienten una gran satisfacción por esta extraordinaria obra.

Indiscutiblemente que si Fernández tuviera que volver a este lugar, sería colmado de expresiones innumerables de gentes.

Eran calles por donde ya no se podía transitar en vehículos y que afeaban todo el entorno.

Acciones como esta son las que dignifican a los pueblos y a los ciudadanos.

Será tarea de un próximo gobierno, establecer en esta comunidad centros de formación vocacional y áreas de recreación para la juventud.

Por ahora,  estamos muy agradecidos señor Presidente.  Usted cumplió.