Gran concierto para aniversario BanCentral

Gran concierto para aniversario BanCentral

El Banco Central de la República Dominicana  acaba de celebrar su sexagésimo segundo aniversario. En el mes de octubre, la primera institución financiera del país conmemora la fecha de su fundación  con actividades especiales entre las cuales el arte y la cultura ocupan un lugar privilegiado, correspondiendo a la importancia que les ha ido atribuyendo. 

La tradición cultural  tiene allí un sitial permanente y, como si fuera una encomienda artística, además de las prestaciones corrientes y de una inmensa tarea económica, la actual  Gobernación apoya particularmente su desarrollo en distintas categorías de la creación.

El Departamento Cultural  programa e instrumenta esta política ejemplar. Cabe destacar una producción editorial al mayor nivel tanto en el contenido de las obras como en su presentación esmerada que, en los últimos días, ha puesto en circulación cuatro títulos más de una colección impresionante. En cuanto a las  artes visuales, la pinacoteca del banco es motivo de orgullo, con una representación de la historia del arte nacional desde sus primeros maestros, y no se puede hablar de la plástica dominicana sin referirse a ese caudal tesoneramente reunido. 

La música también está  presente con grabaciones de la más alta calidad, y la celebración aniversaria de este año dejará sus huellas con un magnífico concierto.

El concierto. Una cantatriz puertorriqueña, una orquesta y un director dominicanos actuaron, lo que explica el título “Rapsodia: dos islas, un corazón”. El concierto tuvo lugar en la sala Eduardo Brito del Teatro Nacional, respondiendo el numeroso público con alegría y emoción a la excelencia, tanto de la parte vocal como de la parte instrumental.

Hay que elogiar primero el hecho de que se haya escogido un programa hispánico –para el canto– y dominicano –para la música sinfónica–. Queremos  subrayar esa segunda elección. La música dominicana está casi siempre encerrada en el género popular danzante, y no se le da la calidad que merece. Nos nos referimos solamente a lo “clásico” – un repertorio breve– y a las pocas piezas contemporáneas sino al merengue y los ritmos tradicionales. Aunque  en otros conciertos el fenómeno de integración haya sucedido, éste  representó un logo  tal vez único. La música nuestra tomó otra dimensión –sin traicionar nunca las raíces- y no pocas veces estuvimos escuchando, en base a la tradición, una  partitura musical con acentos contemporáneos, disonante, alternativa, audaz: esa metamorfosis, de las sonoridades a los instrumentos “típicos”, debida a los arreglos  de José Antonio Molina, a su dirección y a una orquesta conquistada, nos encantó. Creemos que con José Antonio Molina una nueva vía se ensancha para la música nacional, aparte de su  gran talento de compositor.

José Antonio  Molina es un verdadero “chef d’orchestre”, jefe de orquesta, según llaman al director en francés. Virtuoso en la tarima, conjuga autoridad y exigencia, técnica y sensibilidad, temperamento y carisma. Demuestra consideración por los músicos, es, por supuesto, ejemplar en la sincronización de los solistas. 

La soprano Ana María Martínez es un encanto. Dueña del fraseo melódico, su bellísima voz fluye naturalmente, y las dificultades parecen no tener secreto. Se volvió alternadamente coqueta y graciosa, grave y romántica.

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El gobernador del Banco Central,  Héctor Váldez Albizu:

“En esta especial ocasión presentamos un excepcional espectáculo en el que hemos querido unir una de las más armoniosas voces clásicas de la contemporaneidad acompañada por la máxima expresión musical del país: nuestra Orquesta  Sinfónica Nacional.”

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