El Partido Revolucionario Moderno (PRM) enfrenta un enorme reto ante el país con la convención programada para este domingo, ya que del orden con que se celebre la misma y el respeto a sus resultados dependerá su posicionamiento y posibilidad de enfrentar con éxitos al PLD en las elecciones del 2020.
Los escarceos, diferencias, celos y críticas por el apoyo a candidatos distintos a los señalados por sus máximos líderes, Luis Abinader e Hipólito Mejía, deben ser manejados y aceptados como un ejercicio de democracia interna y no como deseos o intenciones de hacerse daño uno a otro y mucho menos como una traición.
La calidad, prestigio y experiencia de los candidatos a los principales cargos en la organización política hacen mucho más difícil la aceptación simple y llana del binomio presentado por los líderes del partido, binomio a cuyos integrantes nadie le discute su capacidad pero a lo interno del partido necesitan más fogueo.
Es evidente que ni Abinader ni Mejía consultaron a sus seguidores antes de presentar las candidaturas de Carolina Mejía y José Ignacio Paliza a las importantes posiciones de secretaria general y presidente del PRM lo que conllevó a que seguidores de uno y otro no se sintieran compromisarios de la sorpresiva propuesta.
Al margen de los naturales inconvenientes provocados por esa situación, dependerá de la disciplina que prevalezca en la convención y el respeto con que se acepten los resultados de la misma, el que el PRM se proyecte a los ojos expectantes del pueblo como una verdadera opción de poder o como una agrupación inconsistente con las debilidades y tradición divisionistas del antiguo PRD.