Grandes mentirosos también están en GL

Grandes mentirosos también están en GL

POR JERRY CRASNICK
ESPN.com

En el béisbol no hay lugar para llorones. Pero como bien podría atestiguar cualquier analista de este deporte, nunca faltarán los mentirosos.

El gerente general de los Azulejos, J.P. Ricciardi, pasó a formar parte del club de los mentirosos cuando dijo en una estación de radio de Toronto que engañó a los aficionados y los medios en los entrenamientos de primavera ocultando la lesión del taponero B.J. Ryan en el codo, diciendo que se trataba de un problema de espalda.

El béisbol goza de una ilustre historia en la distorsión de verdades por conveniencia. Como señaló John Heylar en «Lords of the Realm», Walter O’Malley decidió mudar su equipo de Brooklyn a Los Ángeles, ocultando los planes de los aficionados de los Dodgers intencionalmente.

Billy Martin, quien nunca toleró la falsa diplomacia, fue el autor de la célebre frase «Uno es mentiroso por nacimiento, y el otro está condenado», que hace referencia a Reggie Jackson y George Steinbrenner.

La distorsión de la verdad crece a la par de los dólares. Aunque parezca chocante, algunos ejecutivos de la liga están convencidos de que el superagente Scott Boras no siempre es 100 por ciento franco cuando negocia con los clubes.

En esta columna haremos un recuento de las mentiras y los engaños más memorables de los últimos 20 años en el béisbol. Nos demuestran que a veces el «no hay comentario» es el mejor comentario de todos.

Tras 15 años de despotricar sobre el investigador John Dowd, de esperar un llamado de disculpas y de vivir como el paria del deporte, Rose finalmente reconoció su afición por las apuestas en el béisbol. Eligió su libro «My Prison Without Bars» [Mi prisión sin barrotes], publicado en enero del 2004, como medio para sincerarse.

Rose, quien nunca había reconocido nada más grave que haber apostado en el fútbol americano, intentó justificar su trasgresión señalando que siempre apostó a favor de su equipo cuando se desempeñaba como mánager en Cincinnati.

Aunque catártica, la exposición de su alma no le brindó la aceptación que tanto deseaba. Se lo infamó por quitarles protagonismo a Paul Molitor y Dennis Eckersley mientras celebraban su ingreso al Salón de la Fama.

Las cosas sufrieron un giro más dramático para Rose en septiembre del 2004, cuando tuvo que ver a Tom Sizemore haciendo el papel del Hit King en la película de ESPN, «Hustle».

Bill Clinton no tiene derecho exclusivo a apuntar con el dedo. Frente a un comité de esteroides del congreso en marzo del 2005, Palmeiro aparecía en fuerte contraste al obstruccionista Mark McGwire y al deficiente en términos lingüísticos Sammy Sosa. Estaba allí para criticar a los anti-consumidores del deporte.

«Nunca usé esteroides. Punto», dijo Palmeiro.

Cuatro meses después de pronunciar esta afirmación, Palmeiro se une a Hank Aaron, Willie Mays y Eddie Murray en el club de los 3,000 hits y 500 jonrones. Pero no cae como un héroe cuando sale positivo.

Así andan las cosas en las Grandes Ligas.

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