Grandes músicos malienses: país
con historia accidentada

Grandes músicos malienses: país<BR>con historia accidentada

DIÓGENES CÉSPEDES
Hace unos diez años, cuando estuve de profesor en Manhattan College de Nueva York, escribía una columna para el vespertino El Nacional y envié un artículo sobre la gran exposición celebrada en el Museo Guggenheim de África como centro de la civilización del mundo. Cuando todo ha naufragado en una civilización o en un país particular  lo señalaba ya Pedro Henríquez Ureña  sólo quedan al final los grandes hechos culturales. Y estos hechos, tangibles o no, realizados por los seres humanos quedan porque son o tienen un valor que no caduca con el tiempo, como las obras materiales que desaparecen y rara vez dejan rastros y si lo dejan casi siempre se pierde su contexto: casas, palacios, canales, presas, puentes, pirámides, templos, carreteras, embarcaciones.

Todos los pueblos que se independizaron del colonialismo europeo a finales de 1.950 y principios de 1.960 e iniciaron el largo proceso histórico que todavía no les ha permitido convertirse en Estados nacionales, al igual que a las clientelistas y patrimonialistas organizaciones sociales de América Latina, tuvieron un pasado lleno de hechos culturales que permanecen, aunque de los fastos históricos del imperio maliense lo único que nos queda son discursos.

De aquella grandeza que una vez fue reino o imperio independiente o asociado a Ghana entre los siglos VII y XI, pero a partir del siglo XII hasta el XIV adquiere, como lo hizo Venecia gracias al comercio, el gran esplendor que fue envidia de los enemigos. Tuvo que aliarse, cuando la ruina era evidente, al imperio songhai. Y en 1591 Marruecos dio cuenta de Malí, lo conquistó y convirtió en reinos de taifa hasta que llegaron los franceses a finales del siglo XIX. El resto está en los libros, hasta el día de hoy.

Pues bien, de aquel pasado de gloria y miseria viene caminando peldaño a peldaño un arte que sólo muere cuando desaparece un pueblo: la música maliense, cuyo esplendor se remonta a la corte de los emperadores Sundiata Keita y el gran Mansa Musa, ambos gobernantes de los siglos XIII y XIV.

Tres grandes instrumentos conforman el legado de la música popular y culta maliense. El baláfono (instrumento de percusión), el ngoni y la kora. Los dos primeros fueron inventados, qué digo, introducidos y perfeccionados en la corte maliense en el siglo XII. Necesito que un especialista musical me suministre la traducción española de estos instrumentos cuyos nombres no aparecen en los diccionarios normales. Ya veremos la influencia de estos instrumentos en la música de nuestro continente americano.  Un texto del «célebre viajero e historiador árabe del siglo XIV Ibn Batuta da cuenta de algunos conciertos celebrados en la corte maliense donde los cantantes estaban acompañados de baláfonos y ngonis incrustados en oro».

¿Cómo describen los mismos malienses estos instrumentos? El ngoni es un «instrumento particularmente difícil de dominar. La caja en forma de lágrima la remata un diapasón provisto de clavijas de madera que permiten a un interprete de calidad torcer las cuerdas de maneras variadas extraordinarias, lo cual hace que el ngoni sea un instrumento mucho mas sutil que lo que deja entrever su modesta apariencia.»

En cambio, la kora «es una adición mas tardía a la orquesta clásica y fue adaptada de la arpa de cazadores que se tocaba en las regiones occidentales de los reinos mandingas antes de la llegada de los colonos. La kora fue finalmente introducida en Malí por Sidiki Diabaté en los años 50.»

Y este Sidiki es el padre de una familia de grandes músicos malienses como Toumani Diabaté y su primo Mamadou Diabaté, así como otros miembros de dicha familia como Keletegui  Diabaté y Basekou Kouyate o grandes personalidades de la música de Malí como el eminente y ya fallecido Alí Farka Touré.

Hay que acotar que la cultura maliense en este dominio de la música y el resto del arte no se entiende sin lo que ocurrió entre el 622 y el 722 después de Cristo: la irrestible expansión del Islam, nueva religión creada por el profeta Mahoma desde el fondo de las tribus nómadas del desierto del Sahara hasta la conquista espiritual y comercial del mundo que se expandió desde la Meca y Medina hasta la India, China, Japón y el Himalaya. España, en Europa, dio buena cuenta de este nuevo imperialismo que solamente pudo ser detenido por las huestes de Carlos Martel en las llanuras que dividen, a través de los montes pirenaicos, a África de Europa. Si el martillazo de Carlos no se hubiese producido en los Campos Cataláunicos, toda Europa hubiese sido hoy musulmana. Pero la historia no se escribe con el adverbio condicional si.

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