Grandes voces dominicanas

Grandes voces dominicanas

POR FAUSTO CEPEDA
Haciendo un recuento mental sobre las voces que precedieron a Eduardo Brito, me quedo, sin lugar a dudas, con las de Nicolás Casimiro y Lope Balaguer. La primera porque era una voz limpia de matices claros. Colá cantaba con una facilidad envidiable cualquier género musical, además era un excelente guitarrista.

Lope Balaguer dio sus primeros pasos en la antigua Voz del Yuna en Bonao. En la crónica de la época aparece cantando en los programas de radio junto a la novel soprano coloratura Luisita Cepeda. En aquel entonces, Lope iba con mucha elegancia al “Granada” de Agustín Lara y cantaba con una agilidad asombrosa las bulerías españolas.

El tiempo en Lope Balaguer fue su mejor aliado, y sin tener una voz depurada, técnicamente interpreta cada una de las canciones con suma maestría; es una lástima que las voces de estos maestros de la música popular romántica no se escuchen en la radio.

Grandes voces existieron que se quedaron en la mejor de las intenciones.

Veamos: Leopoldo de León (Leo León). Este hombre hasta físicamente se parecía a Eduardo Brito, y si alguien en este país ignora que podía haber una voz grandiosa como la de Leuterio, Leo la tenía. ¿Cuál fue su verdadero problema? No pudo hacer carrera por miedo escénico. El miedo escénico mató a toda la familia León, los hijos de don Cirilo.

Le siguen Luis Pedro Néstor y Colombino. Eran excelentes voces. Luis se parecía a Enrico Carusso y era un excelente bajo. Colombino llegó a cantar con Chita Jiménez. El problema de los tres leones era falta de ritmo y miedo escénico.

Teniendo unos 18 años de edad ingresé al Coro Nacional, y mucho antes también al Cuerpo de Bomberos; en una actividad en el antiguo Partido Dominicano oí una voz portentosa que me impresionó muchísimo. Había un teniente piloto de la Fuerza Aérea cantando un aria de la ópera Tosca, acompañado por la pianista Elila Mena. Ese hombre era Ramón Cruzado, que con el tiempo desarrolló unas condiciones vocales excelentes. De este portento vocal, alumno del maestro Rafael Sánchez Cestero y de la profesora Dora Marten, se iba al registro del tenor y bajaba con suma facilidad a la voz de barítono. Para un hombre que se retira como general piloto montado en un avión, surcando los cielos del mundo, le resultaba muy difícil estar en un escenario. Si algo existe de Ramón Cruzado lo tengo yo, ya que le hice grabar en Bellas Artes un VHS con el auditorio vacío y con el pianista Agustín Viera.

Estando yo muy joven para cantar, se presentó en el antiguo Centro Social Obrero un concierto donde los artistas eramos Amparo Jerez (soprano), Henry Ely (tenor), Arturo di Roca (tenor) y el que suscribe, todos acompañados por el maestro Julio Alberto Hernández. Esta actividad se desarrolló en el año 1962 después de la muerte de Trujillo. Allí pude escuchar la voz de Arturo di Roca cantando un aria del Mesías de Haendel.

Solamente el maestro Hernández podía acompañar a di Roca, que dicho sea de paso tenía un hermoso y robusto instrumento vocal. Arturo fue un trabajador a tiempo completo de la técnica vocal, pero el mundo maravilloso de su voz se vió limitado por su sentido del ritmo, supongo que esto debió ser un trago muy amargo.

Hay dos voces que mi generación no pudo disfrutar: Jesús Feneyte y antes Salvador Heredia. De éste último sabemos algo por el álbum de Arístides, pero tengo la seguridad de que este formidable cantante si no hubiera existido la fuerte personalidad escénica de Brito, graduado del Conservatorio de Santa Cecilia, hubiera tenido mejor oportunidad en los escenarios locales e internacionales.

También recuerdo al luchador Disla Brito, éste tenía una voz limpia y cantaba con mucha soltura el Lamento Esclavo. Disla prefería la lucha libre y se perdió en el ring del cine jardín Ramfis.

Hay muchas voces que el tiempo ha sido implacable con ellas, elementos formidables escénicamente hablando –ante ellos me inclino reverentemente, porque fueron maestros en su categoría-. Como yo viví los periplos del maestro Rafael Sánchez Cestero cuando fue expulsado de la Voz Dominicana, voy a dejar abierto un artículo sobre este portentoso cantante-maestro.

Para finalizar, la decepción más grande la causó Malkum, que teniendo una voz bellísima, fue mandado a estudiar a Italia y regresó como un gran cocinero.

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