Grandeza de Puerto Plata vista desde el camposanto

Grandeza de Puerto Plata vista desde el camposanto

POR ÁNGELA PEÑA
Puerto Plata fue una ciudad cosmopolita y guerrera, pletórica de próceres, sobria, fecunda en artistas de casi todas las artes y en escritores que cultivaron los más diversos géneros literarios.

Parece que sus playas, mares, gentes, montañas, atrajeron extranjeros de lejanos confines e inspiraron cantantes, compositores, pintores, que se convirtieron en gloria. También a soldados por la libertad, independentistas, restauradores, antitrujillistas que la encontraron tierra propicia para el desembarco o la salida al exilio.

 Estas apreciaciones surgen al recorrer su histórico cementerio y ver sus apellidos ilustres y sencillos mausoleos que ofrecen una idea de lo que ha sido esa provincia en cuanto a sus hijos o visitantes, su devenir, desvelos y afanes por conquistar espacios en la política nacional, la música del mundo, el comercio, las letras y las ciencias.

 Caminar por sus limpias avenidas es un recreo. Descubrir datos y nombres, una sorpresa.  Tanto como morada eterna, es monumento memorable que permite conocer el desarrollo de ese pueblo genuino, tal vez uno de los pocos que permite adivinar la procedencia de sus nativos porque los apellidos de sus antepasados sobresalientes se han mantenido en una descendencia que no ha permanecido anónima. Aunque algunos han emigrado, se mantienen fieles a sus raíces en sus visitas esporádicas.

 Algunas inscripciones de las lápidas fueron escritas en idiomas foráneos, lo que permite adivinar emigrantes y viajeros que escogieron como el destino o lugar de tránsito al muy cantado “Pueblito encantado”.

Políticos

 Allí han descansado los restos de dos ex Presidentes dominicanos: Gregorio Luperón y Carlos Morales Languasco. Los despojos mortales del primero fueron enviados al Panteón Nacional. La inmensa tumba vacía se conserva como símbolo, con esta leyenda: “Aquí descansaron sus restos desde el 21 de mayo de 1897 hasta el 14 de agosto de 1926 en que fueron trasladados a la Capilla de los Inmortales”.

 Morales Languasco está sepultado en la parte más antigua, al fondo. Tiene colocada una pequeña placa con letras doradas, escritas en francés: SE Carlos Morales, ancien President de la Rep. Dominicaine, decede a París, le 1er mars 1914 a l’age de 45 ans”. Otras, en castellano, expresan: “Carlos F. Morales L. Agosto 23 –1868 – marzo 1914. Su esposa e hijos”.

 Reposan allí también los restos de los generales Segundo Imbert y Juan Garrido P., restauradores, y del general Manuel A. Imbert Sánchez, sin más referencia que el apodo de “Papi Cuchi” y los años de nacimiento y muerte, junto a Ana Imbert viuda Abreu. Un panteón vecino dice: “A la memoria de Manuela M. de Imbert, Enero 1842-15 de abril de 1894”.

 Imbert es uno de los apellidos más relacionados con Puerto Plata y sus miembros han tomado parte activa en la política en todos los procesos históricos de la República. El nombre de Segundo se ha repetido por generaciones. En ese cementerio no está el más mencionado en los últimos años, Segundo Imbert Barrera, hermano de Antonio, héroe del 30 de Mayo. “Segundito”, como le llamaban, fue sacado de prisión y asesinado a pocos días del ajusticiamiento de Trujillo. El cadáver lo desaparecieron, por lo que su nombre no debe confundir a los visitantes que vean a esos otros “Segundo Imbert” que allí yacen, si no reparan en las fechas en que nacieron y fallecieron.

 En cuanto a ese general Garrido P. sepultado en Puerto Plata, habría que investigar su suerte final pues, hasta donde es sabido, los apellidos Garrido y Puello son originarios del Sur del país.

 Entre los Despradel sepultados están Fidelio (1861-1921 y Carlos M. (1903-1931)

Escritores, artistas

 Eleuterio Brito, con el cabello ensortijado y la tradicional camisa arandelada  de su foto clásica se impone por la magnitud y los colores del retrato.

 Están los restos de Luis E. Senior, el inolvidable autor de “En dónde estás corazón” y del excelso pintor Jaime Colson, con la nota inmortal de: “No dio armas mortales, escribió libros para formar conciencias rectas”.

 Los “Símbolos de la Cultura Puertoplateña” Francisco, Juan Isidro y Virginia Elena Ortea están con sus restos depositados en un panteón renovado. También la insigne educadora Antera Mota de Reyes, y aunque hay allí fosas para los Lockward, no está Juan, el afamado interprete de “Guitarra Bohemia”, que tantas canciones escribió a Puerto Plata.

 Otros apellidos resonantes que al oírlos ubica en aquella ciudad a quienes los llevan son Spignolio y Kunhardt. Miembros de esta patriótica familia desembarcaron en expediciones contra Trujillo y fueron asesinados y desaparecidos.

 También los Pelegrín, uno de los más conocidos fue el empresario hotelero Luis Pelegrín, allí sepultado al igual que José Augusto Puig (1915-1981), Ángel Grisolía (1894-1918; y Juan Grisolía (1886-1952)

 Hay un Washington Lithgow con inscripción en inglés: “Born July 4th 1840-Died December 8th 1925. In loving remembrances”.  En italiano está la inscripción de Luigi Di Vanna: “Nato Sto. Domencian (Italia) Il 6 sett 1868 –morto in Puerto Plata il 2 agosto 1903”. Los Di Vanna se han distinguido en las artes plásticas. Elsa Di Vanna fue laureada pintora que dirigió la Escuela Nacional de Bellas Artes.

 Allí están familias Alfau, Henríquez, Pichardo, Khury, Musa, Caminero, Pappaterra, Lambertus, tampoco reconocidas como nativas de ese pueblo, pero sí los muy acreditados apellidos Brugal, Ginebra, Heinsen, Simó, Llibre, Quintana, Moliné, Mesón, Loinaz, Hurtado, Nouel, Poloney, tenidos por auténticamente puertopletaeños.

Extranjeros

 Otros apellidos de extranjeros que se observan son Tucker, Smith, Beard, Gaud, Schifferdecker, Williams,  Menard, Banks, D’Orville, Jones, Kingsley, Pla, Brisso.

 Llaman la atención el impresionante mausoleo de la “Respetable Logia Estrella Puertoplateña – Gou de Of- 1951” y el discreto nicho donde reposan los restos del padre Enrique Granero, Misionero Claretiano. No se especifica si el religioso ejerció su ministerio en Puerto Plata o estuvo allí de paso y le sobrevino la muerte. Es curioso porque generalmente los sacerdotes son enterrados en iglesias o cementerios específicos de sus congregaciones. Del padre Granero dice la placa: “Pasó haciendo el bien”.

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