Granell en el MAM

Granell en el MAM

Vicente Llorens en su célebre libro Memorias de una emigración –Santo Domingo, 1939 1945– perfila así a Eugenio Fernández Granell: “La personalidad artística de Eugenio Fernández Granell es tan compleja e inquieta que no ha podido contenerse dentro de los límites de un solo medio expresivo. De la música pasó a la pintura y con la pintura ha hecho alternar la poesía, el cuento, el ensayo y la novela”.

A esos dotes creativos, se agrega el oficio de periodista que Fernández Granell había ejercido antes de salir al exilio y que le permitió vivir en Santo Domingo, encargado luego de la página literaria de La Nación. Era en España una pluma aguda, con un pensamiento de izquierda radical. Ahora bien, tanto como los artículos de opinión, sus obras de ficción –poemas, cuentos, novelas– demostraron un real talento literario. Consideramos importante recordar que figuró entre los fundadores y animadores de “La Poesía Sorprendida”.

Por otra parte, y ello se debe subrayar, él era músico, egresado del Connservatorio de Madrid, y Casal Chapí, primer director y fundador de la Sinfónica, lo contrató como violinista. Fue entonces en el ámbito musical que debutó profesionalmente en Santo Domingo.

Brillante, curioso, polifacético, se apasionó por las artes visuales y la pintura desde 1941. No le detuvo su condición de autodidacta en ese campo, tal vez por el contrario consituyó un reto El hecho es que en 1943 presentaba su primera individual en la Galería de Bellas Artes, aunque Emilio Rodríguez Demorizi estima que “Fernández Granell se descubre a sí mismo en su exposición de la Galería Nacional de Bellas Artes en 1945”.

Para esa época ya había hecho obras maestras como el “Surrealista mitológico” –por cierto en la obra temprana comprobamos su admiración por El Greco– y el delicioso pequeño “Jinete del Arte”, que destaca su encanto pese a su colocación o tal vez a causa de ella en el Museo de Arte Moderno.

Al año siguiente deja la República Dominicana por Guatemala y luego Puerto Rico. Desde antes de los 50, él era un surrealista connotado, valorado por el papa del Surrealismo, André Breton, e invitado a colectivas surrealistas internacionales de prestigio, empezando por la famosa Galerie Maeght de París en 1947. Un hecho insólito para un artista con tan pocos años en la carrera.

Los constreñimientos y atmósfera asfixiante del régimen de Trujillo, aparte de las dificultades económicas, incidieron en la partida de Eugenio Fernández Granell, que, por ejemplo, sufría por la censura y retención de su correspondencia. Si lo pensamos bien, fue tal vez el más extraordinario de los artistas inmigrantes, insaciable en autoexigencia e intereses intelectuales: él llegó a doctorarse en los Estados Unidos, motivado por su pasión de la condición humana y de la historia.

[b]Un programa encomiable[/b]

La exposición que presenta el Museo de Arte Moderno, por el entusiasmo y los auspicios de la Embajada de España, se inscribe en el programa “Arte Español para el exterior”, un proyecto ejemplar del Ministerio de Asuntos Exteriores de España, en colaboración con la Sociedad Estatal para la Acción Cultural en el Exterior, con el fin de proyectar en el mundo a sus grandes artistas modernos y contemporáneos, mediante exposiciones monográficas.

La concepción de esta muestra antológica nos parece particularmente interesante, por que integra obras de distintas fuentes, externas y dominicanas: colección familiar, Fundación Granell de Santiago de Compostela, Museo de Arte Moderno de Guatemala, Museo de Arte Moderno de Santo Domingo, Museo Bellapart –cuyas piezas son magníficas–. O sea que resulta el fruto de una intensa y competente cooperación de instituciones y personalidades.

La Exposición, luego de un intermedio por Bogotá, volverá a República Dominicana, entonces en el Centro León de Santiago, con un contenido similar e incluyendo otras piezas, y una museografía distinta. Se trata de una concepción interactiva que parte de la calidad de la iniciativa.

Ahora bien, cabe mencionar especialmente al comisario del evento, Aurelio Torrente, gran amigo de la República Dominicana, que, casi un petromacorisano, ha residido en el país. Anteriormente fue el curador de la Suite Vollard de Pablo Picasso, un acontecimiento cimero en el historial del Museo de Arte Moderno de Santo Domingo, bajo la gestión de Porfirio Herrera.

[b]La creatividad se mantiene[/b]

A Eugenio Fernández Granell se le suele llamar sencillamente “Granell,” su nombre de artista, con el despliegue de su hermosa firma en la pared frontal de la sala principal del MAM. Allí se le dedica la primera planta, alternando pinturas, collages, esculturas, dibujos de diferentes épocas desde los comienzos. Estas piezas, contundentes o modestas –a menudo las más conmovedoras– demuestran que la creatividad del artista se mantuvo durante más de medio siglo. La evolución polimórfica y estilística importa poco, el tiempo –los tiempos son un elemento fundamental, lo dice el músico Granell– no pasa en ese aspecto. Por cierto, se trata de una propiedad esencial del Surrealismo y sus creadores. El genio reside en la proliferación, igual a sí misma, de sus visiones, de sus mundos propios, tan extraños como cerca de nosotros. Quien no lo comprende y pidiera “cambios” en la factura y los componentes, se sitúa fuera de la esencia surrealista.

Más asombra y fascina en Granell la permanencia de la creatividad, su amor a a la poesía y al humor, terruños donde se mezclan la naturaleza y el hombre desde la prehistoria, territorios del mito y la realidad transformada. Muy bien seleccionados han sido, en la muestra, los testimonios de una imaginación formidable, donde la magia creativa produce continuas metamorfosis, convirtiendo los ingredientes más humildes, inesperados y cotidianos, en una obra de excepción. Emblemático de esa virtud es, entre tantos hallazgos tridimensionales sorprendentes, el maravilloso “Pájaro antiguo”, uno de los aportes más recientes, que suma todos esos atractivos y facultades insólitos.

Por cierto, hacemos resaltar el deleite que procuran las esculturas/objetos de Granell, que requieren varias miradas para saborear sus encantos y su vitalidad. Habría que mencionar prácticamente cada uno de ellos “El Bodegón de Zurbarán”, ¡tan zurbaranesco! “El Cacique tribal” o la metamorfosis de un rallador o el erótico “Idolo cordobés” –¡hombre!, Granell no puede evadir la pasión taurina–.

El instinto lúdico, fundamental para la teoría y práctica del Surrealismo, triunfa, y esas esculturas tan especiales deben provocar la reflexión de quienes no incursionan en la tridimensionalidad por falta de materiales nobles. Granell no las diferencia, en significación, de las pinturas, de lo que pinta plano y pinta en volumen.

El origen de estas pequeñas obras maestras se remonta probablemente a los primeros tiempos de Granell en la República Dominicana, cuando, para sobrevivir, él y su mujer fabricaron juguetes con motivo de la temporada navideña. Dicen que no se los compraron, y los artefactos finalmente fueron regalados a los hijos de exiliados. Historia típica, triste y conmovedora a la vez, pero que pueda haber incidido en esta faceta creativa. La consideramos, en su dimensión, inventiva y representatividad, una increíble revelación del impredecible creador.

En pintura y cualquier formato, Fernández Granell era un virtuoso, gestando los personajes, implicados o separados, de su planeta. Pensamos en lo que André Bretón expresaba de Lam: “La arquitectura de la cabeza se funde en el andamio de los animales totémicos que uno creía haber ahuyentado y que vuelven”. Sí, vuelven en esta fauna, particularmente los pájaros. La exploración y la fantasía de los cuerpos, a partir de las interioridades de un yo inagotable, tienen por solo límite los bordes del cuadro, de los cuales quisieran escaparse, así “El Vuelo diurno del Pájaro Pi” o “Los entomólogos escuchan el canto de los pájaros”. ¡Cuánto poder de seducción, más allá de un detalle, encerraban por cierto los títulos de las obras, privilegio de un artista del pincel como de la palabra!

También el color brindaba su magia y un caudal singular para Granell: ¿el pintor literato, ensayista y “poeta sorprendido” no vió el verde como el simbolismo del amor en versos de Aída Cartagena Portalatín? Fue ciertamente un colorista vibrante y original, poseyendo la ciencia innata del tono.

El espacio falta para dar una idea suficiente de la exposición de Granell en el Museo de Arte Moderno, sencillamente hay que visitarla una y otra vez. Pero, en pocas palabras, afirmemos que Eugenio Fernández Granell es uno de los principales protagonistas del Surrealismo y que este conjunto, gráfico, pictórico y escultórico, permite tomar consciencia de su relevancia universal.

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