Granja de cuervos

Granja de cuervos

Cuentan que la vida pública exhibe características similares a la actuación de los cuervos. Por eso, desde hace años coexisten con los humanos. Y de paso, se le considera una especie nociva porque su naturaleza oportunista tiende a sobrevivir por su enorme capacidad de alimentarse de carroñas e insectos. Los líderes que marcan los acontecimientos fundamentales de los pueblos son propensos a sentir, en la mayoría de los casos, la fatalidad de observar niveles de descomposición y vileza en los agraciados de su paso por el poder.
Como acontecimiento pudo desviar el curso de la historia, pero pocos recuerdan que en 1849, la propuesta original para dirigir los destinos nacionales estuvo en manos de Santiago Espaillat, éste la rechazó abriendo el camino para Buenaventura Báez. Por desgracia, Gregorio Luperón no entendió que su obra partidaria, el partido Azul, terminaría desvirtuándose cuando Ulises Heureaux distorsionó la naturaleza liberal de la organización. Y la acción justiciera del 26 de julio de 1899, levantó a Horacio Vásquez al punto de mayor respetabilidad ciudadana que se disolvió, a ritmo de una molestosa interpretación constitucional capaz de someter la nación al surgimiento de la tiranía de Trujillo Molina.
Las figuras excepcionales nuestras poseen un sentido pasional de la sociedad que dirigen y/o tienen altísimos niveles de penetración. Casi siempre, interpretan sus acciones alrededor de los acomodos y conveniencias construidas por el club de áulicos que lo divorcian de la realidad. Creo en la lealtad que nunca se arrodilla. Eso sí, la fascinación por renegar conceptos y desdecirse, encuentran una explicación en el presupuesto nacional y la lógica de sobrevivencia que, el retorcido e ilustrado R. A. Font Bernard, lanzaba como frase defensiva: aquí está prohibido joderse!
De los últimos tres gobernantes que la nación tiene, y sin lugar a dudas, impactan en el diario vivir, podríamos estructurar una antología de escenarios y exponentes típicos de la granja de cuervos de la fauna partidaria. En sus glorias y días de dificultades, la multiplicidad de posturas exhibidas por colaboradores, adversarios, periodistas, intelectuales y gente de su partido, generan una piel especial en ellos que deben borrar ofensas y olvidar la daga artera en la búsqueda de conquistar glorias inconclusas. Dios!
Leonel Fernández llevó su partido al gobierno en 1996. Técnicamente, los peledeístas no conocían las mieles del poder. Con espantosa velocidad aprendieron los hábitos y ya, son conocedores de las bondades del vino, su movilidad social y económica es evidente. Aunque a todos le asiste el derecho de competirle y demostrar poseer mayores condiciones para la aspiración presidencial, desde las gradas, uno percibe que la virulencia del ataque no se corresponde con el elemental sentido de gratitud. Desempeñé una posición de primera línea en la administración de Hipólito Mejía. Los que me conocen saben que no pensamos igual. Ahora bien, de discrepar con sus métodos a constituirme en un ingrato, es mucha la distancia porque tales “saltos” provocan un retrato hablado de la naturaleza humana y sus perversidades. Danilo Medina sabe perfectamente los obstáculos que ha tenido que brincar para constituirse en la figura política que dirige los destinos nacionales. Eso sí, la amargura del 2007 y traiciones de sus “compañeros” provocaron un cambio significativo en su comportamiento. No sé si los ajetreos del poder le permitan verse en el espejo de “otros” que, sólo sienten la gracia y cariño, en tiempos de poder.
La posibilidad de recibir un decreto no sella un pacto de silencio cómplice respecto del político que te distingue y reconoce tus méritos. Aspire, compita, establezca su agenda, hágalo con la energía indispensable. Ahora bien, impida a toda costa que sus posturas innobles, no retraten el gesto de Príamo que arrastrado besó a Aquiles, en el mismo momento que corrían por sus manos la sangre de sus hijos asesinados por él.
Malditos cuervos!

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