Grano a grano

Grano a grano

En casa del capitán Reynaldo Magallanes y doña Cruz, en Macuto, Venezuela,  había una frondosa mata de granadas de cuyas frutas comió Miriam mientras estaba embarazada de nuestro primer hijo: Julio Heberto.

Siempre me llamó la atención la granada por su porte distinguido, por su corona de reina, por la dulzura de sus granos y el color rosado de los mismos.

En veces las granadas se maduran muy rápidamente por una parte de su figura cuasi circunferencial, en ese caso el dulce sabor de sus granos se angosta y mustia hasta convertirlos en incomible.

No podría explicar por qué razón se me ocurre comparar, tomar como ejemplo la granada para hablar del acontecer nacional, para expresar la desazón que me produce ver, cómo un buena parte de la granada de mi generación se mustia al empedrar un camino con oro, a sabiendas de que  conduce al infierno.

Ese camino empedrado de oro más que  una demostración de corrupción es un mentís a todas las posiciones públicas y privadas que se sustentaron con vehemencia, con calor, hasta poniendo en peligro sus vidas.

La lucha contra la corrupción política y económica, moral y humana, fue una de las banderas de lucha de mi generación.

Era sumamente difícil suponer que alguno de los miembros de los grupos que postulábamos la honestidad como un estilo de vida, fuera capaz de escupir para arriba y que le cayera en los ojos el gargajo.

Me parece una pesadilla con los ojos abiertos, cuando veo, leo, que Fulano o Zutano forma parte de un Álbum de la Corrupción impreso por el pueblo, en cualquier coloquio entre amigos.

Lo peor es cuando uno se entera con absoluta seguridad de que con los sueldos que se ganan es imposible que se construyan las viviendas de lujo que se edifican, sólo para veranear.

No me da ni frío ni calor, ni pena ni dolor, ni vergüenza ajena, porque no se puede tener vergüenza de las acciones de un sinvergüenza.

Actúan como si hubieran llegado a la orilla del río y tomaran las pepitas de oro que brillan en el cauce, sólo que ese oro que los corrompe es propiedad pública, de todos, y ellos lo toman para sí, con una impudicia tal que demuestra cómo han perdido el sentido moral.

Todos aquellos que actúan así, no sólo merecen el rechazo y escarnio público sino también que les sean confiscados los bienes y vayan a dar a la cárcel con sus huesos.

Sé que este flux le queda a mucha gente. No necesitan medírselo. Saben que es para ellos. ¿Los conoce usted?

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