Gratas impresiones de Lima

Gratas impresiones de Lima

JUAN BOLÍVAR DÍAZ
Después de seis años sin estar en la capital del Perú he sido impactado por la limpieza y la belleza que exhibe en estos momentos esta ciudad histórica, que este año celebra su 470 aniversario, por la multiplicación de sus centros comerciales y por los esfuerzos de la sociedad peruana por extirpar el cáncer de la corrupción exigiendo transparencia en la gestión pública. Lima es hoy una de las ciudades latinoamericanas más limpias, con sus parques jardines y plazas relucientes, llenos de flores, bien señalizada y con un mejoramiento impresionante en el ordenamiento vial.

Esta megalópolis de 8 millones de habitantes se la ha arreglado para mejorar sus ambientes, gracias a un régimen de descentralización administrativa que la ha dividido en 40 distritos, que cobran sus propios arbitrios y compiten por la eficiencia y la transparencia, con una gran participación comunal. Hemos paseado por muchos de esos distritos sin poder encontrar un desecho en sus calles y plazas, sean las del intenso tráfico vehicular como las peatonales.

Su centro histórico, uno de los conjuntos coloniales más hermosas y extensos del continente, presenta un aspecto diurno y nocturno impresionante, con sus enormes plazas y monumentos bien conservados, pintados e iluminados, haciendo honor a su condición de Patrimonio Histórico de la Humanidad, que le confiriera la UNESCO. 

Recordando el desorden que exhibía la ciudad hace un par de décadas cuando la conocimos, uno se pregunta cómo han logrado ese embellecimiento y mejoría del ámbito urbano, en medio de tantos problemas económicos y políticos como ha sufrido el país y con un cinturón de miseria como el que conforman los llamados pueblos jóvenes, que son los barrios marginales.

El terrorismo virtualmente exterminado, el colapso de los partidos políticos y la corrupción sumieron el país en profunda crisis en las últimas dos décadas, pese a lo cual Lima se ha modernizado y embellecido. Es impresionante la multiplicación de sus centros comerciales de todo género y la modernización de la vida urbana, en contraste con la pobreza que sigue sufriendo gran parte de los peruanos.

El haber sido regido el país por grupos improvisados y políticos sin experiencia ha conllevado serios problemas de gobernabilidad que engendraron la dictadura de  Alberto Fujimori. El régimen del presidente Alejandro Toledo ha navegado con bajísimos niveles de aceptación, oscilantes apenas entre 10 y 20 por ciento, entre otras razones por no haber tenido un sólido partido político que le apoyara y haber dependido de familiares ineptos y remanentes políticos desacreditados.

Sin embargo,  Perú registra un tercer año consecutivo de crecimiento económico, alrededor del 4 por ciento en el 2004, cuando sus exportaciones aumentaron en un astronómico 32 por ciento para llegar a los 11 mil millones de dólares. El turismo se recupera, a ritmo de 10 por ciento en el último año con un millón 200 mil visitantes.

Con elecciones presidenciales programadas para el 2006, el panorama político sigue caracterizándose por la atomización y nadie se atreve a vaticinar quién será el próximo presidente, pero el que sea afrontaría los mismos problemas de gobernabilidad de Toledo, en una nación que alberga tres países en uno, el mundo moderno de la costa, con el 52 por ciento de la población, el 37 por ciento en la agreste como elevada sierra andina y 11 por ciento en la aislada selva amazónica. Estos dos últimos concentradores de la pobreza, la exclusión y la inconformidad.

Pero si algo impresiona de la vida pública peruana es la exigencia de transparencia. La nación parece haber hecho la catarsis de la corrupción expuesta en los videos de Vladimir Montesinos, quien guarda prisión al igual que otros inculpados. Dos propietarios de uno de los principales sistema de televisión están presos en Argentina, bajo proceso de extradición, tras haberse fugado de Chile.

Los esfuerzos de la justicia no se han detenido ni para ordenar la prisión domiciliaria de la hermana del presidente Margarita Toledo, vinculada con una falsificación de firmas para el reconocimiento de su grupo político Perú Posible con el que ganaron las elecciones hará 4 años.

Otro indicador positivo es que los funcionarios tienen que rendir cuentas ante el Congreso y la opinión pública. El ministro de Interior Javier Reátegui, acaba de renunciar, impugnado por no haber previsto el conato insurreccional protagonizado el 1 de enero en curso por el exmilitar Antauro Humalá, quien con 150 seguidores tomó el pequeño cuartel de la ciudad andina de Andahuaylas.

El gobierno logró sofocar la rebelión sin derramamiento de sangre, tras varios días de negociaciones, pese a lo cual se le ha cuestionado, tal vez excesivamente. Pero queda la sensación de que el régimen político está siendo cada vez más vigilado por una insatisfecha sociedad peruana, lo que resulta esperanzador. Contrasta con la falta de transparencia que consume la vida pública dominicana.- 

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