Gravamen a compras en línea

Gravamen a compras en línea

Las compras por internet son un medio idóneo de defensa para consumidores y usuarios, que logran por esa vía abaratar precios inflados por los costos extras que la intermediación, la especulación y otros factores imponen a las compras locales. Las mercancías compradas a través de la red que cuestan 200 dólares o menos han estado libres de carga aduanal, pero esa bonanza está llegando a su fin. La Dirección General de Aduanas (DGA) informó que a partir del 15 de agosto de este año, cobrará impuestos a las mercancías adquiridas vía internet, incluyendo las que cuestan 200 dólares y menos.

Hace algún tiempo, el Gobierno dejó sin efecto un propósito de esta naturaleza, pero el haber reactivado el plan puede ser indicativo de que han sido fuertes las presiones del sector comercial que argumenta que las compras en línea son competencia desleal. ¿Cuál es, esta vez, el argumento en que se apoya la decisión de la DGA para gravar las compras por internet?

Ante estos propósitos sería útil que se explique hasta dónde la carga aduanal que se plantea entra en fricción con el DR-CAFTA, que contempla desgravación a tasa cero desde el primero de enero de 2015 para una amplia lista de partidas arancelarias, así como otros tratados comerciales. Nuevamente abogamos porque se medite bien este paso y sus perjuicios para el consumidor.

UN PROYECTO  DESAFORTUNADO

La radiodifusión tiene que acogerse a numerosas reglas universalmente admitidas, pero se rebela, con justa razón, ante cualquier intento de imponerle los géneros musicales y la proporción de cada uno que debe incluir en su programación. El proyecto de ley de música, cuyo autor es el cantautor y diputado Manuel Jiménez, pretende obligar a la radio a sujetarse a una programación que contendría 50% de música, de la cual un 40% debería ser del folclor y un 10% clásica.

Pretender semejante atadura tiene garantizado el fracaso estrepitoso que tuvieron otros intentos, hace muchos años. En materia de difusión de música, la pauta la traza el gusto de los oyentes, una materia no regulable ni por ley ni por fuerza. Podemos pretender que la radio se preocupe por difundir mejores composiciones, pero sería una barbaridad torcerle el brazo para imponerle géneros y proporciones.

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