Grave asunto

Grave asunto

Si el robo, la delincuencia y el uso y venta de drogas influyen en los jóvenes de nuestro país, algo anda mal en “la casa”.

Claro, los padres de familia son los principales responsables del comportamiento de sus hijos. De ellos depende el porvenir de sus descendientes, en todos los sentidos.

Las drogas es una forma fácil de hacer dinero, y aquellos que no tienen ni conciencia ni respeto por lo que ello significa, simplemente facilitan el auge de las mismas. El drogadicto llega al punto de hacer lo imposible con tal de conseguir el dinero con qué comprar los estupefacientes.

Ahora, cuando un joven de la clase que sea empieza a llevar una vida no acorde con los ingresos personales o familiares, ¡alerta! que algo anormal está sucediendo.

El peligro de las drogas no puede ser ignorado por nuestras autoridades. Sin embargo, vemos a cada momento cómo los traficantes de las mismas caminan por esas calles de Dios como si no fueran delincuentes de la peor categoría.

A juicio de la doctora y antropóloga cultural Tahira Vargas, la venta de drogas, más que un delito es una “actividad de subsistencia”.

Pero si nos llevamos de eso, hay muchas “actividades” que pueden ser tildadas de crímenes “de subsistencia”. El que los comete parece que no conoce la palabra trabajo. Sin embargo, según investigaciones hechas, “quedó claro que los padres dan poco seguimiento a sus hijos”. Mejor dicho, a veces ningún seguimiento. Como, por ejemplo, no es posible que un padre de familia no observe que su (o sus) hijos están gastando un dinero que él no les ha proporcionado. Ni que un día se les aparezca a bordo de un “fotingo” que hoy día no baja de 30 a 40 mil pesos, si es del 2000 en adelante.

Pero la droga es el “aliciente” que convierte a cualquiera en un criminal de la peor calaña. Cuando el drogadicto pertenece a la “gleba insurrecta”, cuyos padres lo mantienen de acuerdo a sus ingresos, es capaz de cualquier cosa con tal de agenciarse el dinero necesario para adquirir la cocaína o la heroína (entre otras drogas) necesarias para “mantener el tipo”.

El asunto de la droga es grave en nuestro país. Y me quedo corto. Es gravísimo, porque vemos cómo está infiltrándose en todas las capas de la sociedad, a pesar de las leyes que supuestamente deben impedirlo. Ahí están esas leyes…pero también están los hombres necesarios para ponerlas en prácticas. En parte el Gobierno tiene la culpa. Porque, ¿cómo pedirle a un agente policial que gana unos cuatro o cinco mil pesos al mes que no deje suelto a un narcotraficante agarrado con las manos en la masa, si éste le pone en las manos digamos que diez o quince mil pesos? El caso es difícil, sumamente difícil.

Tenemos una dirección nacional que trabaja contra el tráfico de estupefacientes en el país. Pero, según mi modo de ver las cosas, los que trabajan en ella tienen el trabajo más difícil del mundo porque, humanos al fin al cabo, pueden verse impotentes ante una situación que los impulsa a aceptar un soborno con el cual pueden resolver un apremiante asunto familiar.  No obstante, la droga tiene el poder de malear a mucha gente, a tanta que es un verdadero peligro para nuestra sociedad, para cada una de nuestras familias, ricas o pobres. Algo hay que hacer al respecto. ¡Y pronto!

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