Grave falta de transparencia

Grave falta de transparencia

En el mundo desarrollado, muchas entidades financieras y sus ejecutivos están siendo cuestionados, algunos sometidos a procesos legales y otros condenados a largos años de prisión, porque no fueron transparentes con las informaciones que les suministraban a las autoridades reguladoras e inversionistas. Tampoco lo fueron con los mercados, donde mostraban una solidez inexistente.  

Algunos llegaron al extremo de mantener el esquema Ponzi en plena crisis mundial para evitar el derrumbe de una pirámide construida sobre la base de otorgar grandes dividendos a los inversionistas para seguir captando grandes depósitos, mientras se desintegraba todo el sistema financiero.

Estos extremistas simplemente se convirtieron en entidades fraudulentas, como el Fondo de Inversión Galleon Group o el de Madoff Investment Security, para citar solo dos ejemplos muy recientes, que representaron pérdidas por más de US$140 mil millones.

No hay forma de ocultar la verdad sin que tarde o temprano se descubra. Aquí por ejemplo, varios bancos importantes colapsaron después de 12 años operando en forma fraudulenta. Las consecuencias de esa crisis local (efecto sistémico) llegaron a tambalear los cimientos del sistema de pagos y de toda la banca.

Esa falta de transparencia también fue una de las causas que originó la crisis financiera mundial que aún cobra factura alrededor del mundo.

El problema es que la práctica de dar información falsa, omitir información o simplemente maquillarla, se ha extendido a los gobiernos.  Lo vimos hace unos meses en Grecia, cuando se develó que las estadísticas ofrecidas por las autoridades estaban siendo manipuladas o tergiversadas para evitar malas calificaciones de riesgo y presiones de los acreedores internacionales.

Ahora sucede lo mismo en Hungría cuando el nuevo Gobierno denuncia que la realidad económica del país no era la que pintaban las anteriores autoridades, sino mucho peor. Falseaban las cifras del déficit para seguir obteniendo financiamiento externo que cubriera su hoyo fiscal. 

De repente Hungría, que no pertenece a la UE y de la que nadie hablaba, está al borde del colapso económico con pocas posibilidades de cumplir sus obligaciones de pago sin una masiva ayuda de otros países y el FMI. Un rescate urgente y costoso por estar maquillando cifras.

Estas experiencias ponen de manifiesto la necesidad de que los organismos internacionales, como el FMI y el Banco Mundial, así como aquellos regionales donde hay una fuerte integración (por ejemplo, el Banco Europeo), establezcan medidas fuertes para corregir esta práctica malsana que está frenando la recuperación económica y arrastrando al mundo a otra crisis peor que la de 2008 y 2009.

Y hablando de la poca transparencia en esta materia, República Dominicana se está encasillando gradualmente en ese exclusivo grupo de gobiernos irresponsables, donde las autoridades con frecuencia mienten sobre su economía, manipulan las cifras o se niegan a cumplir con la ley de acceso a la información.

El gasto público es un ejemplo, donde no solo se manipula la información y retrasan meses su publicación para maquillarla, sino que distorsionan los resultados del déficit. La ejecución detallada del presupuesto, que se publicaba sagradamente meses después de terminar el año fiscal, hace mucho tiempo que no se cumple. Con el crecimiento del PIB sucede lo mismo, donde sectores como la Agricultura, dan tasas de crecimiento totalmente absurdas. Y con la deuda pública se llega al extremo de negar la verdad y minimizar su magnitud, como lo hace con frecuencia el Ministro de Hacienda, homólogo del de Hungría, que fue el responsable de ocultar la verdad sobre el déficit.

Esto es muy grave y hay que ponerle freno a esa irresponsabilidad.

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