La República de El Salvador es un pequeño país Centroamericano de apenas 21,041 kilómetros cuadrados, casi los mismos que Belice, para constituir los territorios más reducidos de América Central.

Este país fue escenario de una de las luchas más feroces y sanguinarias durante el período que se prolongó desde el 15 de octubre de l980, hasta que se firmó el armisticio el 16 de enero de l992, mediante el Acuerdo de Paz de Chapultepec. Fueron 12 años, tres meses y un día de intensa guerra civil entre, las Fuerzas Armadas de El Salvador y los insurgentes del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional.

Como cafeteros que somos, podemos afirmar, ya que conocimos sus instalaciones, que éste pequeño país, tenía una caficultura de las más avanzadas del Continente, poseedor de inmensos beneficiadores de café, que los situaban entre los principales actores del Acuerdo Internacional del Café.

Al finalizar el conflicto bélico, El Salvador se encontraba en una situación económica precaria debido al desgaste que significó la duración del período de guerra. Es por este motivo, que empiezan a surgir grupos de malandrines que iniciaron sus fechorías constituyéndose en pandillas organizadas, las cuales hoy son conocidas como Maras. Estas también proliferan en otros países limítrofes como Honduras, Guatemala y en relativa cantidad en Nicaragua.

Las Maras son organizaciones de jóvenes disconformes con la situación económica que vive el país. Por lo tanto, se dedican a robar, extorsionar y hasta matar si son enfrentados en sus correrías.

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Esta situación insostenible, la ha enfrentado el presidente Nayib Bukele, de una manera tan drástica y a veces cruel, que ha motivado a organismos internacionales como la Organización de Estados Americanos (OEA), por intermedio la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), abogar por una solución pacífica para solucionar el diferendo y que se respeten la separación de poderes y la Constitución.

Si bien es cierto que el gobierno del presidente Bukele ha actuado con mano dura, dado que cifras internacionales situaban a El Salvador con 64 homicidios cada 100,000 habitantes en 2017, la misma se desbordó, lo que motivó al presidente Bukele a iniciar el Plan de Control Territorial y actuar con mano férrea, castigando severamente a más de 1,600 pandilleras, los cuales son sometidos a una sola comida diaria y a dormir en el suelo. Esto, para que sirva de escarmiento a aquellos que todavía persisten en seguir cometiendo delitos. Amenazando, además, a las Maras de si toman represalias por su accionar, los dejará morir en la cárcel.

El presidente Bukele es un atípico mandatario, que en ocasiones toma medidas sumamente drásticas rayando en el limité dictatorial. Por ejemplo, ordenó el ingreso de tropas del Ejército de El Salvador en el Congreso con la finalidad de que aprobasen un préstamo de 109 millones de dólares para destinarlos al mejoramiento de la Policía Nacional Civil y las Fuerzas Armadas, para combatir el aumento desmesurado de la delincuencia en el país.

El Salvador es el primer país y único en América, que ha adoptado el Bitcoin como su moneda de curso legal. Esta medida ha sido catalogada de controversial por expertos financistas que todavía no confían en la viabilidad de esta criptomoneda. Se dice que Estados Unidos de América lo considera como un desafío al dólar, el cual ha sido la moneda usual en transacciones internacionales.

En definitiva, podemos afirmar que el presidente Bukele ha tendido luces y sombras en el ejercicio de su mandato. Como es de origen palestino, llegados sus progenitores como turcos en los inicios del siglo XX por tener pasaporte emitido por el Imperio Otomano, solo nos queda implorar: ¡Que Alá lo ilumine!