Por Eric de Lavarène
Miles de personas se manifestaron el jueves por la noche en Atenas y Salónica, la segunda ciudad del país, contra la «fortaleza Europa y en solidaridad con los refugiados». El naufragio frente a las costas griegas, en el que murieron 79 personas y seguramente varios centenares más, es el peor en una década.
La búsqueda continua, pero las esperanzas de encontrar a otras personas son escasas. Según varios supervivientes, en el barco viajaban entre 400 y 750 refugiados. «La mañana del 13 de junio recibí un mensaje de socorro a través de Twitter de un refugiado que decía que estaba en un barco en el que viajaban 750 personas. A continuación nos envió una localización GPS y nos dijo que se habían puesto en contacto con las autoridades italianas, griegas y maltesas. Por la tarde, nosotros mismos alertamos a las autoridades griegas, a la agencia Frontex y a la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados», explica un voluntario de la asociación Alarm Phone, que recibe las llamadas de socorro de los migrantes.
«Dejaron que se ahogaran»
Pocas horas después, el barco se hundió en una de las zonas más profundas del Mediterráneo, frente a la costa griega del Peloponeso. Dimitris Choulis, abogado especializado en flujos migratorios, afirma que los guardacostas griegos tardaron deliberadamente en acudir al lugar de los hechos. «Dejaron que se ahogaran», afirma, indignado.
Las autoridades de Atenas, por su parte, afirman haber desplegado rápidamente recursos para ayudar a la embarcación improvisada, cuyo motor ya no funcionaba. Según ellas, fueron los migrantes quienes rechazaron inicialmente cualquier ayuda. «El barco estaba en aguas internacionales, donde no teníamos poder para obligarlo», se defendió el portavoz del Ministerio griego de Migración.
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Más de un centenar de supervivientes fueron trasladados al puerto de Kalamata, en el sur del Peloponeso, algunos de ellos en avanzado estado de hipotermia. La mayoría estaban en estado de shock e intentaban averiguar si alguno de sus compañeros, sobre todo mujeres y niños, también se había salvado.
Entre 4.000 y 6.000 euros por travesía
Habían salido de Tobruk, en el este de Libia, cuatro días antes de la tragedia, sin agua ni comida. Según las primeras conclusiones de la investigación, el barco levó anclas vacías en Egipto para luego poder «cargar» a los cientos de aspirantes al exilio, por una suma de entre 4.000 y 6.000 euros por persona. La mayoría eran sirios, egipcios y paquistaníes.
Algunos habían «reservado» su plaza a través de las redes sociales, ya que los traficantes les habían prometido un camarote en un gran barco. Cuando embarcaron, ya era demasiado tarde para dar marcha atrás. Los supervivientes informaron de que al menos un centenar de mujeres y niños estaban encerrados en las bodegas.
«Es la mayor tragedia en el mar desde hace años», afirma Dimitris Choulis, antes de añadir: «Debería haberse evitado». Desde Frontex, la agencia europea de vigilancia de fronteras, afirman haber sobrevolado el barco unas horas antes de que se hundiera, sin detectar la menor señal de socorro.
«¿Cómo se puede decir tal cosa cuando en las fotos aéreas se ve el barco, una vieja patera llena de gente, que ya se veía que no iba a llegar al final? «, reacciona, furioso, Iasonas Apostolopoulos, de la organización Mediterranea Saving Humans. Según él, «la gente le tiene miedo de los guardacostas, pero eso no exime a los guardacostas de su responsabilidad de salvarlos cuando están en peligro».
Expertos en derecho marítimo afirmaron que tanto Frontex como las autoridades griegas deberían haber intervenido desde el momento en que el barco no era seguro, lo hubieran solicitado o no los pasajeros. «En tales condiciones, no se necesita consentimiento», dijo Vittorio Alessandro, ex almirante de los guardacostas italianos. Un rescatador local, Constantinos Vlachonikolos, declaró a la radio griega: «Parecía un barco abandonado. No había chalecos salvavidas. Nunca había visto nada igual».
Una nueva ruta migratoria
Para evitar las frecuentes devoluciones de los guardacostas griegos, las llamadas «deportaciones» de refugiados ilegales, éstos toman otras rutas, en particular el Mediterráneo central, mucho más peligroso, para desembarcar directamente en Italia. Desde principios de año, se cree que ya han desaparecido más de 1.100 personas en esta región.
Organizaciones humanitarias como Amnistía Internacional denuncian la política cada vez más violenta de Grecia hacia los migrantes y la criminalización de los voluntarios, a los que se acusa de traficantes si acuden en su ayuda. Hay varios juicios en curso.
Por su parte, los investigadores de la policía griega han anunciado que han detenido a nueve egipcios entre los supervivientes. Todos están acusados de formar parte del grupo de traficantes que organizó la travesía mortal.