ATENAS, (AFP) – Los electores de Grecia, bajo la espada de Damocles de una eventual salida del euro, volverán el 17 de junio a las urnas para unas legislativas que causan gran preocupación a los dirigentes europeos y a los mercados financieros. Los grandes líderes europeos y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ya alertaron a los griegos sobre las consecuencia de la votación para ellos mismos y para la Eurozona.
Una semana antes de las elecciones, la derecha y la izquierda radical parecen codo a codo en la carrera para tomar las riendas de un país extremadamente endeudado de 11 millones de habitantes que se convirtió en el eslabón más frágil de la Unión Europea (UE).
Las encuestan ya no circulan y nadie se arriesga a adelantar si el vencedor será el conservador Antonis Samaras, de 62 años y líder de la Nueva Democracia (ND), o Alexis Tsipras, de apenas 37 años y líder del partido de izquierda Syriza.
Samaras se presenta como el garante de la continuidad de Grecia en la Eurozona, pero desea renegociar el «memorándum», el plan de rigor acordado con los acreedores internacionales como contrapartida de la ayuda financiera recibida. Tsipras, en cambio, adelanta que pretende anular el acuerdo firmado por todos los partidos tradicionales griegos «sometidos al dictado de los acreedores», pero afirma ser favorable al euro, al que 80% de los griegos no quieren renunciar.
En dos años, Grecia recibió enormes ayudas en la forma de dos préstamos por 110.000 y 130.000 millones de euros, además de una quita de 107.000 millones de euros de su deuda, en un paquete general que representa una vez y medio el PIB del país. Las elecciones del pasado 6 de mayo no lograron definir una clara mayoría, creando una situación que sumió al país en la inquietud y provocó la exasperación en Europa, con la suspensión «temporal» del desembolso de 2.600 millones de euros de ayuda.
Desde entonces Grecia parece al borde de la quiebra y sus indicadores están al rojo vivo: un PIB en caída de 6,5%, un desempleo de 21,9%, una carencia presupuestaria de 1.700 millones de dólares y cajas en una situación crítica para fines de junio. Al tiempo que se profundiza la polarización política, que puede traducirse en una nueva indefinición y en otro llamado a las urnas en julio, el país se encuentra en un estado de negación que los sacrificios ya adoptados no explican por completo.
«El desafío real es proteger al euro y no pronunciarse sobre el memorándum, como ocurrió el 6 de mayo, que desembocó en un voto de castigo a la política del rigor», dijo a la AFP Vassiliki Georgiadou, un politólogo de la Universidad Pantion de Atenas. El diario liberal Kathimerini señaló que «el ambiente es surrealista» y reprochó la «ceguera» de los países europeos, que «rechazaron toda idea de cambios drásticos» a la cura de austeridad, al tiempo que «el memorando ya está muerto».
Para la canciller alemana Angela Merkel, la «condición» para mantener a Grecia en el euro es que «su próximo gobierno respete el memorándum firmado con el FMI, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea». Por su parte, el presidente de Francia, François Hollande, afirmó que los «griegos deben asumir sus responsabilidades. Atención, griegos: lo que decidan el 17 de junio tendrá consecuencias, para ustedes y para nosotros», advirtió.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, advirtió el viernes que las dificultades de Grecia serían «sin duda peores» si decidiera abandonar al euro. La agencia de calificación Moody’s ya adelantó que una salida de Grecia de la zona del euro podría degradar la nota AAA de Francia y Alemania, así como las de otros países de la región.
En este contexto, el ex primer ministro griego Lucas Papademos lanzó una advertencia a sus compatriotas el jueves pasado para que respeten los compromisos asumidos. De lo contrario, dijo, será la salida del euro, con consecuencias económicas «que serán desastrosas para Grecia. Para usar una palabra griega: será una catástrofe».