Grecia y sus mitos

Grecia y sus mitos

Grecia sigue siendo noticia. Las noticias siguen siendo de miedo. El miedo sigue siendo, en el fondo, el de los mercados financieros a la democracia. Hace menos de una semana se dio una noticia esperanzadora: la Eurozona y el gobierno griego al parecer habían llegado a un acuerdo; los ajustes económicos del gobierno eran suficientemente cercanos a las exigencias europeas para que el apoyo a la necesaria reestructuración financiera fluyera. Un par de días después, sin embargo, el gobierno griego anunció que sometería el acuerdo a referéndum.

El miedo llegó. Un corralito fue anunciado ante el rechazo europeo al referéndum. Es una paradoja que la democracia naciera en una ciudad griega, Atenas, y que Europa, tan apegada a venerar ese pasado, sea precisamente la que tiemble ante el posible resultado de una consulta democrática.

Grecia es una tierra de aceite de oliva, queso feta… y mitos. Los antiguos griegos se enfrentaron a lo desconocido con historias maravillosas de la interacción de dioses, seres inmortales, con gran disposición a jugar con el destino de los seres humanos. El mito es la historia más compleja de la imaginación humana, porque aunque narra, es al tiempo una explicación de lo incomprensible y construcción de lo tangible. Un mito antiguo particularmente curioso, por su cruel descripción de la vana lucha del ser humano es el de Sísifo: aquel comerciante y truhan condenado en el inframundo a subir una piedra al tope de una montaña con el único e inexorable destino de dejarla caer, una y otra vez.

Y la Grecia moderna sigue construida sobre los mitos. Europa invita a Grecia a formar parte del acuerdo económico más ambicioso concebido con métodos pacíficos. El fundamento de tal invitación es puramente simbólico, histórico. Grecia es la cuna de Occidente (sea lo que sea que eso signifique hoy día) pero no era, ni es, un mercado particularmente pujante, ni eran tan fuertes sus vínculos comerciales, ni sus estructuras productivas y fiscales estaban suficientemente relacionadas con el resto de Europa como para que Grecia fuera asumida en una unión económica tan ambiciosa como la aventura europea. Sin embargo, aquí estamos, con el mundo en vilo, viendo el mito económico derrumbado y Europa atónita, indecisa, firme en algo: en no entender.

La revista The Economist (Vol. 415, número 8942) dijo: “…es tiempo de declarar que la guerra contra el caos financiero y la deflación fue ganada”, después de todo el crecimiento de las economías ricas será mayor que el 2%, el desempleo parece ceder y la inflación asoma como síntoma de dinamismo. Sin embargo, y esto debería estar subrayado y en negrita, añadía: “La economía global sigue enfrentando todo tipo de amenazas” y como amenaza la revista menciona la “saga de la deuda griega”.

Grecia, atrapada en mitos económicos propios y ajenos, va camino a convertirse en un Haití europeo; fuente de presiones migratorias hacia Europa. El gobierno griego necesita legitimar el acuerdo y Europa debe, no sólo aceptar la consulta democrática, sino flexibilizar sus expectativas. Ni Europa puede comportarse como los dioses que juegan con el destino de los seres humanos, ni Grecia tiene espacio de ser como Sísifo, que pueda escapar con artimañas de la muerte o condenada a un sufrimiento eterno.

 

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