Gregorio García Castro: 35 años sin justicia

Gregorio García Castro: 35 años sin justicia

Enrique García Frómeta
El viernes 28 se cumplieron 35 años del horripilante, vil, horrendo y cobarde asesinato del periodista Gregorio García Castro, convertido esa fatídica noche en mártir de la libertad de expresión, después de una corta y fructífera vida de 37 años, en una memorable trayectoria por las libertades públicas.

García Castro fue periodista de vocación innata, autodidacta, estudioso, investigador incisivo, que siendo apenas un adolescente ingresa al diario La Información, de Santiago, en 1952.

Ese día negro que nunca debió llegar, tres matones de la Policía Nacional, por orden asesina de la jerarquía militar y política del régimen despótico y perverso de Joaquín Balaguer, ultimaron a Gregorio García Castro.  Balaguer estaba en el apogeo de sus tristes doce años, período que arrancó al país lo mejor de su juventud y porvenir humano, hasta degenerar en un país con los antivalores que predominan hoy.

Goyito siempre sobresalió como ágil y acucioso comunicador, en todos los medios masivos que sirvió (escritos, radiales y televisivos).  Hombre de gran compromiso social que sufrió persecución, cárcel, exilio, hambre y todos los sufrimientos humanos que padecen los que se entregan en cuerpo y alma, aunque nunca usen armas, por los senderos de la justicia, la libertad, de igualdad de oportunidades y el derecho a conocer la verdad de los hechos.

Su columna En Un Tris…, a la hora de su muerte, era la más leída en materia de opinión política, como escuchado y visto era su corto espacio diario, Hoy, medio que fue prohibido y a la planta televisiva Color Visión le llevaron los cristales, en un hecho sin precedentes en el país, tras el desembarco del Coronel Caamaño en Caracoles, Azua, en febrero de 1973.

Estas tres décadas y media o siete lustros no son ni serán nunca suficientes para olvidar a un mártir que revolucionó el diarismo nacional.  Como parte de los actos conmemorativos de este 35 aniversario vamos a poner en circulación un pequeño libro biográfico titulado “Gregorio García Castro, trayectoria por las libertades públicas”.

En materia informativa dio cátedras del buen escribir con una titulación novedosa e impactante en un período de gran oscuridad en la historia política del país.

Múltiples perfiles exhibe su distinguido nombre: humanitario, solidario con los perseguidos, presos, excluidos, exiliados, implacable contra los opresores y corruptos, desinteresado de las riquezas materiales y ambicioso en el cumplimiento de su libre ejercicio.

De los tres señalados autores materiales, acusados por la propia P. N., murió en la cárcel el Teniente ascendido a Capitán Juan María Arias Sánchez, acusado de otros crímenes tras su  prontuario de otras muertes como Homero Hernández y Freddy Sosa Martínez, entre otros.

Los demás acusados autores materiales de la muerte de García Castro son los cabos Milton De la Cruz Lemus y José Rafael Pérez Pereyra, quienes andan como si nada por las calles, por una sentencia clandestina, dictada por la antigua Suprema Corte de Justicia el 20 de octubre de 1980.

Monstruosa decisión evacuada sin un juicio, oral, público y contradictorio, y sin notificar a las partes. Un adefesio, un mamotreto y una canallada sin precedentes que sólo fue descubierta 20 años después, en abril del 2000, como resultado de la investigación de la nueva Suprema Corte de Justicia.

Hemos depositado numerosas instancias al más alto tribunal del país, vía el Procurador General de la República, quien es el fiscal ante esa corte de casación, solicitando la revisión de la sentencia de marras.

Tenemos evidencias de que el magistrado juez presidente de la Suprema Corte de Justicia ha solicitado a varios procuradores generales de la República, máximos representantes del Ministerio Público y funcionarios nombrados por el Presidente de la República, a fin de que ofrezca el dictamen correspondiente para el alto tribunal decidir sobre nuestro recurso.

Públicamente el actual Procurador General de la República, doctor Radhamés Jiménez Peña, ha prometido emitir tal dictamen.  Mientras tanto, el suscrito ha recibido amenazas e intimidación a fin de que cese su justo reclamo de justicia, el cual llevaremos hasta la muerte y jamás renunciaremos al camino de la verdadera justicia. ¿Hasta cuándo?

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