Grexit

Grexit

Todavía se mantiene sin definición el derrotero de la crisis griega y, consecuentemente, crece la incertidumbre en la economía mundial. Quienes gustan acuñar símbolos han bautizado la situación como “GREXIT” – conjunción, en inglés, de los vocablos “greece” (Grecia) y “exit” (salida) – como referencia al escenario de la salida griega de la zona euro. Sin un acuerdo urgente se estaría certificando la quiebra del país y su salida del euro.

Aunque el gobierno griego logró un contundente triunfo político al captar el respaldo del 61% del electorado en el referéndum al que había convocado, el panorama no se despeja con una Europa enquistada en fórmula asfixiantes y amenazando, aunque pueda parecer ridículo, en exigir la liquidación de la deuda de más de 351 mil millones de dólares a un país quebrado al que le pretenden aplicar esquemas de “austeridad” que retardarían sus posibilidades de salir de la crisis y, por ende, de poder empezar a pagar. Las consecuencias de la obstinación serán terribles paras los griegos pero preocupa las consecuencias para todo el mundo empezando de inmediato por la propia Europa – y a corto y mediano plazo para todas las economías -. En cuanto se supo el resultado de la consulta griega las bolsas se estremecieron. El dólar, visualizado como moneda de resguardo, se valoró depreciando monedas regionales y también encareciendo las exportaciones estadounidenses. Obama se comunicó directamente con varios de los principales líderes europeos, incluyendo al griego, y pidió flexibilidad.

La presidente de la Reserva Federal, banco central de Estados Unidos, Janet Yellen advirtió que la situación griega tiene todo el «potencial de alteración de los mercados financieros globales». En Europa se levantaría nuevamente el miedo al contagio político y América Latina verá caer los ingresos de sus exportaciones de materias primas.

Las dos situaciones más críticas de crisis de deuda actuales, Grecia y Puerto Rico, tienen un punto en común que les dificulta la solución: no tienen moneda propia y por lo tanto no pueden apelar a una política monetaria o cambiaria tradicional y por tanto no pueden devaluar. Si lo pudiesen hacer abaratarían sus exportaciones y encarecerían las importaciones con lo que podrían tener a su favor una balanza comercial favorable. Si Grecia deja el euro y posee una moneda de menos valor que el euro su oferta turística – sector que aporta un 18% al PIB – sería más competitivo y demandaría más empleomanía. Sin embargo, ese efecto no sería de inmediato por lo que en otra cara de la moneda al dejar el euro se expone a una gran inestabilidad inmediata.

El escenario de negociación se reabrió. Grecia ha propuesto un paquete de medidas no muy lejos de lo que le exige el resto de Europa pero le siguen pidiendo más aunque el FMI reconoció que la deuda helénica es “insostenible”. No pocos ven la moratoria de pagos como opción no descartable. Comoquiera las consecuencias estratégicas asustan. Estados Unidos dijo claro que sería un “error geopolítico” dejar caer a Grecia. Se teme que se dejaría espacio abierto a China – con grandes inversiones ya – y a Rusia. ¿Entonces?.

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