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BRASILIA (AFP).- Los cancilleres del Grupo de Rio (G-Rio) concluyeron este viernes en Brasilia una reunión de dos días en la que dieron un fuerte apoyo a la misión de la ONU en Haití, constituida principalmente por fuerzas latinoamericanas, pero no lograron consenso para abrir un diálogo regional con Cuba, como proponía Brasil.
En su XXIII cita, preparatoria de la cumbre presidencial del 4 y 5 de noviembre en Rio de Janeiro, los cancilleres discutieron nuevos mecanismos financieros para favorecer las inversiones en una región agobiaba por la deuda.
Los miembros del G-Rio «manifestaron el compromiso de prestar apoyo, dentro de las posibilidades de cada país, a la actuación de la Misión de Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH), en colaboración con el pueblo y las autoridades haitianas», afirmó un comunicado publicado por el ministerio brasileño de Relaciones Exteriores.
El canciller brasileño, Celso Amorim, refirió en rueda de prensa que la región se pronunció por un compromiso «a largo plazo, para asegurar la reconstrucción y el desarrollo» de uno de los países más pobres del mundo, tras la insurrección que llevó en febrero a la renuncia del presidente Jean-Bertrand Aristide.
Los países del Caribe (Caricom) habían propuesto otras alternativas, que contemplaban la permanencia provisoria de Aristide en el poder, pero aparentemente esas diferencias fueron superadas.
«Hubo algunas dudas sobre el proceso de transición, pero nadie contesta la ayuda» que ahora recibe la isla, dijo Amorim.
Un general brasileño comanda la MINUSTAH, integrada por tropas de Brasil, Argentina, Uruguay y Chile, a las que tienen previsto agregarse otras de Nepal, Sri Lanka, Guatemala y Perú.
Menos éxito tuvo la propuesta de Amorim de abrir un diálogo para integrar a Cuba «al seno de la gran familia latinoamericana», estableciendo un diálogo regional con la isla comunista.
«Hubo varias manifestaciones de apoyo y dudas (respecto a esa propuesta), algunas de las cuales se disiparon y otras no», afirmó el ministro.
«No hubo consenso, aunque se pudo romper el hielo (…) para un eventual inicio de diálogo entre el G-Rio y Cuba», agregó.
«Algunos países (latinoamericanos) tienen relaciones con Cuba y otros no. Hubo también quienes consideraron que era un tema sensible; no fueron muchos, según mi evaluación. Pero (en el G-Rio) actuamos por consenso», recordó.
Amorim aclaró que la iniciativa no se debió a un pedido cubano.
La Habana no podría integrarse formalmente al G-Rio, por no ser un país democrático.
Los cancilleres decidieron igualmente convocar para antes de la Cumbre de Rio una reunión de altos funcionarios para estudiar «la promoción de mecanismos financieros flexibles que permitan ampliar la inversión pública o la inversión pública y privada en los países de la región, especialmente con vistas a su integración física», anunció el comunicado.
Los presidentes Luiz Inacio Lula da Silva (Brasil), Jacques Chirac (Francia) y Ricardo Lagos (Chile), lanzaron este año junto al secretario general de la ONU, Kofi Annan, una iniciativa contra el hambre, a la cual se sumó luego el nuevo presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero.
En la reunión de Nueva York, un grupo de expertos debe presentar un informe analizando las diversas alternativas evocadas para luchar contra la desnutrición en el mundo, desde la imposición de gravámenes a los flujos financieros o al comercio de armas a la adhesión voluntaria a mecanismos financieros.
El G-Rio, única instancia de consultas políticas estrictamente latinoamericano, se creó en 1986, como sucesor del Grupo de Contadora, que había mediado en la solución de las guerras civiles en América Central, en plena Guerra Fría.
Lo integran Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Guyana (en representación de la Comunidad del Caribe, CARICOM), Honduras, México, Nicaragua, Paraguay, Panamá, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.
