Grupo Sendero protege traficantes coca

<p>Grupo Sendero protege traficantes coca</p>

LIMA (AFP).- La emboscada de Sendero Luminoso que el sábado dejó ocho muertos, cinco policías entre ellos, en un valle cocalero del sureste peruano es una declaración de guerra a los planes del Gobierno de reforzar la erradicación de cultivos ilegales de hojas de coca, estimaron analistas.

El ataque se produjo pocas semanas después de que el Gobierno anunciara la aplicación a partir de enero de 2007 de un nuevo “plan de paz y desarrollo” para combatir remanentes de esa guerrilla maoísta y erradicar a la fuerza los cultivos de hojas de coca en zonas prohibidas.

“La emboscada es una respuesta y un desafío a los planes del gobierno”, aseguró al diario Perú21 el sociólogo Jaime Antezana, quien vinculó el ataque con la reciente visita del ministro de Defensa, Allan Wagner, al valle del río Apurímac y Ene, uno de los principales reductos de los narcotraficantes en el sureste peruano.

“En ese contexto Sendero ha dicho: ‘Se viene una ofensiva contra nosotros, vamos a adelantarnos’. A ellos les interesa aparecer ante los cocaleros como quien va a defender la hoja de coca en el momento de la erradicación forzosa”, acotó.

El Gobierno anunció hace una semana que destacaría 1.500 soldados al valle del Apurímac y reabriría bases contrasubversivas en esa región montañosa y selvática patrullada actualmente por 700 efectivos.

El ataque del sábado en el que murieron cinco policías, dos funcionarios civiles antidrogas y un poblador, perpetrado en la ceja de selva del surandino departamento de Ayacucho elevó a 22 los agentes policiales asesinados en los últimos 12 meses por Sendero Luminoso en los valles cocaleros.

Reactivan Guerrilla

Lima (EFE).- Diez años después del secuestro en la residencia del embajador japonés en Lima, los remanentes del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) intentan reactivarse y retomar la lucha armada, según un informe de inteligencia.

El MRTA fue derrotado militar y políticamente el 22 de abril de 1997, cuando su último líder en libertad, Néstor Cerpa, murió, junto a 13 de sus seguidores, en la residencia del embajador japonés en Lima, donde habían secuestrado durante 126 días a 72 personas.

Tras ese secuestro, y con los demás jefes del grupo terrorista presos, el MRTA quedó desarticulado y sus pocos miembros en libertad pasaron a la clandestinidad o huyeron del país.

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