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TORONTO (Canadá) (EFE).- Un grupo desconocido se atribuyó la voladura en noviembre de una torre de alta tensión en Québec en protesta contra el «imperio estadounidense» y en solidaridad con la resistencia en Irak, Colombia, Bolivia y Palestina.
Aunque la policía canadiense no ha confirmado la utilización de explosivos, la compañía Hydro-Québec confirmó el derribo de la torre y afirmó que estaba tomando medidas para aumentar la seguridad en torno a «instalaciones estratégicas».
A pesar del mutismo oficial, la edición digital del periódico «The Globe and Mail» indicó hoy que el lugar del incidente había sido acordonado por expertos en explosivos que recuperaron una sustancia «sospechosa» que está siendo analizada.
El supuesto atentado fue reivindicado por la Iniciativa de Resistencia Internacionalista (IRI) mediante comunicados enviados el lunes a distintos medios de información, entre ellos la televisión árabe Al Yazira.
El comunicado sugiere que el atentado fue ocultado por las autoridades «a la población durante la visita del dictador en jefe», una referencia que posiblemente se refiere a la vista a Canadá del presidente George W. Bush los días 30 de noviembre y 1 de diciembre.
La torre supuestamente atacada por el IRI por esas fechas está en los alrededores de la localidad de Coaticcok, cerca de la frontera con EEUU, aunque no interrumpió el fluido eléctrico de la línea que exporta electricidad de Hydro-Québec hacia el noreste de Estados Unidos.
«Un artefacto explosivo fue colocado bajo una torre de Hydro-Québec de la línea Radisson-Nicolet-Des-Cantons cerca de la frontera estadounidense», señaló el comunicado.
«Con esta operación, estamos haciendo público nuestro rechazo al silencio por el despilfarro y pillaje de nuestros recursos a manos del imperio de Estados Unidos», agregó.
«También estamos actuando contra la explotación de Hydro-Québec de los beneficios de empresas privadas, que se benefician de cada oportunidad que el imperialismo proporciona», continua el comunicado, escrito en francés.
Añade que «nos negamos a permitir que el peso de la resistencia caiga sobre el noble pueblo de Irak, que está siendo masacrado porque eran un obstáculo a la hegemonía energética estadounidense, o sobre los campesinos bolivianos que se movilizan valerosamente contra el pillaje de sus recursos de gas, incluso a riesgo de sus vidas».
«También nos negamos a dejar a los pueblos colombiano y palestino enfrentarse al ejército imperial por sí solos, aunque se oculte bajo una pancarta nacional», concluye el escrito.
