Grupos corales y otros recuerdos

Grupos corales y otros recuerdos

LEONARDO DÍAZ JÁQUEZ
El concierto con el que el pasado día 1 de marzo el Coro Nacional celebró el 50 Aniversario de su fundación fue todo un acontecimiento, en el cual el maestro invitado José Delmonte, miembro fundador y pasado director del mismo, mostró nuevamente su calidad de excelente director coral y los miembros del coro, el porqué pertenecen a nuestro más excelso grupo coral, apoyados en un atinado repertorio que hizo que la concurrencia disfrutáramos de canciones clásicas y populares, en una noche que no tuvo desperdicios.

Merecidísimo homenaje recibió el profesor Delmonte al ser declarado Director Emérito del Coro Nacional por la Secretaría de Cultura y la Dirección de Bellas Artes. Para todos los allí presentes fue un honor celebrar con él, con un cerradísimo aplauso, tal distinción, así como oír bajo su dirección, la criolla “Cartas y lágrimas”, de su auditoría.

El hecho de que el coro esté dirigido por José Enrique Espín Santiago, mi amigo de infancia, me hizo retrotraer a los años en que en Dajabón, bajo la dirección de don Suzano Polanco, aprendimos las primeras lecciones de canto. (Me detengo un momento y digo que es posible que a don Suzano Polanco no se le haya reconocido como el artista que fue, quien solo o acompañando a Eduardo Brito, se presentó en los mejores escenarios de la época, en La Habana, Nueva York y Europa). José Enrique, que desde muy joven demostró unas habilidades sobresalientes para la música, estudió lectura musical (solfeo) y clarinete en la escuela de la Banda de Música Municipal de Dajabón, bajo la dirección del maestro César Díaz, haciéndose famoso entre músicos y estudiantes por su gran capacidad de aprendizaje y entre otras proezas, aprobó a la primera, la lección 37 del método Slava, que según todos, era la más difícil y era un dolor de cabeza.

Cabe destacar que José Enrique es graduado y profesor del Conservatorio Nacional de Música, fue miembro de la Orquesta Sinfónica Nacional y es doctor en medicina.

Volviendo al profesor de canto, a don Suzano le sucedió el profesor Patín, como muestra de que en toda una época, éste era uno más dentro del grupo profesoral del que recibíamos enseñanza, tanto en la escuela pública, lo que ha desaparecido y posiblemente con ello, los coros escolares, los cuales, junto a la bandas de música municipales, eran los centros de formación de los profesionales de la música, de cualquier especialidad, y la cantera de la que se nutrían los grupos más destacados, hasta llegar a lo máximo, como es el Coro Nacional, el cual es dirigido por un alumno meritorio de esa época ida. Estos coros escolares eran un mecanismo de exaltar a la Patria, a sus símbolos y a sus héroes, pues con frecuencia cantaban los diferentes himnos, que además del Nacional, está el de La Bandera, el Himno a Duarte y otros más. Qué bueno fuera que la celebración de Mes de la Patria se enriqueciera con las interpretaciones de los himnos patrios por los coros escolares.

Aunque en mi casa no me dejaron estudiar música, las lecciones que recibí de don Suzano y del profesor Patín me permitieron formar parte del coro de la Iglesia con Puro Blanco en la dirección, alternándose con Rudyar Corona en el armonio, y del coro del Instituto Politécnico Loyola, bajo la dirección del profesor Higinio López. Las iglesias, tanto la católica como las protestantes, son fuentes de formaciones corales. De la etapa del Politécnico Loyola, recuerdo con mucha nostalgia las giras que hacíamos a diferentes ciudades a llevar nuestro canto ignaciano, pero la que más disfrutábamos era la presentación anual del Colegio Inmaculada Concepción de La Vega, la cual después de cantar y almorzar en el Santo Cerro, era todo un acontecimiento, pues el deleite de una audiencia compuesta por las más bellas jóvenes cibaeñas, aunque muy bien celadas por las monjas, permitía que esa ilusión de todo un año esperando se compensara con una simple sonrisa o quizás con simplemente poder decirle hola.

Se habla de educación, de instalación de Community College y de otros medios de tecnología avanzada, para que la juventud pueda prepararse para insertarse en el campo laboral, pero hasta ahora no se ha hablado de masificar la enseñanza del arte como un medio para facilitar el ascenso económico. Restablecer las bandas de música, con el esplendor que tenían antes e impulsar la formación en el canto, sería el impulso que necesitan muchos jóvenes para sobresalir en estas áreas de las artes. Ahora la escuela de canto del Conservatorio dispone de un departamento dedicado al canto popular. Si queremos mejores artistas y que nuestra música encuentre cada día nuevos y mejores exponentes, se hace necesario que los niños y jóvenes se inicien bien temprano en su formación. Esta es otra manera de forjar mejores ciudadanos.

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