Grupos llaman deponer deportaciones ilegales

<p>Grupos llaman deponer deportaciones ilegales</p>

WASHINGTON (AFP).- Organizaciones hispanas y religiosas llamaron ayer al presidente estadounidense, George W. Bush, a suspender las expulsiones de indocumentados, sin lograr otra respuesta por ahora que su reiterado apoyo a una reforma que abra el camino para la regularización.

«Nos unimos (…) para pedir a Bush que muestre que tiene corazón en este Día de San Valentín y para pedirle una suspensión de las expulsiones hasta que se arregle nuestro sistema de inmigración», afirmó en Washington Brent Wilkes, director ejecutivo nacional de la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos (LULAC).

«Es una petición simple y razonable. También sería una decisión correcta», añadió el responsable hispano en Washington, donde se celebró una de las 35 ruedas de prensa organizadas este 14 de febrero por todo el país para pedir la suspensión de las detenciones y expulsiones de los indocumentados. «Las recientes redadas no tienen precedente por su falta de justificación y de humanidad», añadió Gabriela Lemus, directora ejecutiva de la organización sindical hispana LCLAA, al denunciar que «niños se quedaron solos (…) sin conocer el paradero de sus padres».

La responsable hispana se refería a la separación de familias, de las que uno o varios miembros han sido detenidos y a veces expulsados por carecer de documentación. Según Wilkes, 23.000 familias se encuentran separadas en la actualidad en Estados Unidos debido a estas expulsiones.

   Al llamado también se sumaron representantes de la Iglesia Católica, Metodista y organizaciones musulmanas. En una carta, el obispo de la Iglesia Metodista Unida de la región de Washington, John Schol, denunció el «carácter racial» de las recientes redadas, por centrarse principalmente en los hispanos.

   Por su parte, Bush reiteró en rueda de prensa su apoyo a una reforma de la ley de inmigración que permita la regularización de gran parte de los cerca de 12 millones de indocumentados radicados actualmente en Estados Unidos, según las estimaciones.

   «Espero poder trabajar con los demócratas y los republicanos para tener un plan inmigratorio amplio», explicó.

   Bush se mostró nuevamente contrario a expulsar a todos los indocumentados, aunque no pidió el cese las redadas.

   «Necesitamos ocuparnos de la gente que está aquí, los 12 millones de personas que están aquí ilegalmente. He dicho muchas veces que no podemos echarlos del país. No tiene sentido hacer eso. Quizá algunos sienten que sí, pero yo no», sostuvo el presidente, repitiendo su postura en contra de las recientes deportaciones de inmigrantes sin papeles por parte de las autoridades migratorias.

   «Pero -reiteró- tampoco creo que debamos darles una amnistía automática, ciudadanía automática, lo cual veo como una amnistía».

   El pasado año, la entonces mayoría republicana bloqueó un proyecto de reforma de la ley de inmigración, apoyado por el propio Bush, que abría la puerta a la regularización de personas indocumentadas.

   Tras su victoria electoral de noviembre, que les dio la mayoría en ambas cámaras del Congreso, los demócratas prometieron aprobar la reforma durante esta legislatura y cuentan con el reiterado apoyo del presidente.

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