Guano para una ciudad posible

Guano para una ciudad posible

JUAN D. COTES MORALES
Desde hace mucho tiempo he sabido admirar muy quedo, discreta y calladamente a Roberto Salcedo, sobre todo por atreverse a sentirse «un intruso en el cielo» y ejercer y practicar el quehacer político como otro intruso que obtuvo el voto de las mayorías para ser el alcalde de la Ciudad Romántica, la Primada de América.

Comienzo a escribir estas líneas tomando como referencia la hermosa y clásica obra de Carlos Fuentes «La región más transparente», para decir públicamente cuánto aprecio a Roberto por la ciudad cuyo amor nos disputamos asombrados con las palabras universales que se encuentran en la segunda página de dicha obra y que sirven para definirnos como reyes absolutos de nuestra propia historia:

«Escucho ecos de atabales sobre el ruido de motores y sinfonolas, entre el sedimento de los reptiles alhajados. Las serpientes, los animales con historia, dormitan en tus urnas. En tus ojos, brilla la jauría de soles del trópico alto. En tu cuerpo, un cerco de púas. ¡No te rajes, manito! Saca tus pencas, afila tus cuchillos, niégate, no hables, no compadezcas, no mires. Deja que toda tu nostalgia emigre, todos tus cabos sueltos; comienza, todos los días, en el parto. Y recobra la llama en el momento del rasgueo contenido, imperceptible, en el momento del organillo callejero, cuando parecería que todas tus memorias se hicieran más claras, se ciñeran. Recóbrala solo. Tus héroes no regresarán a ayudarte. Has venido a dar conmigo, sin saberlo, a esta meseta de joyas fúnebres. Aquí vivimos, en las calles se cruzan nuestros olores, de sudor y páchuli, de ladrillo nuevo y gas subterráneo, nuestras carnes ociosas y tensas, jamás nuestras miradas.

‘Jamás nos hemos hincado juntos, tú y yo, a recibir la misma hostia; desgarrados juntos, creados juntos, sólo morimos para nosotros, aislados. Aquí caímos. Qué le vamos a hacer. Aguantarnos, mano. A ver si algún día mis dedos tocan los tuyos. Ven, déjate caer conmigo en la cicatriz lunar de nuestra ciudad, ciudad puñado de alcantarillas, ciudad cristal de vahos y escarcha mineral, ciudad presencia de todos nuestros olvidos, ciudad de acantilados carnívoros, ciudad dolor inmóvil, ciudad de la brevedad inmensa, ciudad del sol detenido, ciudad de calcinaciones largas, ciudad a fuego lento, ciudad con el agua al cuello, ciudad del letargo pícaro, ciudad de los nervios negros, ciudad de los tres ombligos, ciudad de la risa gualda, ciudad del hedor torcido, ciudad rígida entre el aire y los gusanos, ciudad vieja en las luces, vieja ciudad en su cuna de aves agoreras, ciudad nueva junto al polvo esculpido, ciudad a la veta del cielo gigante, ciudad de barnices oscuros y pedrería, ciudad bajo el lodo esplendente, ciudad de víscera y cuerdas, ciudad de la derrota violada (la que no pudimos amamantar a la luz, la derrota secreta), ciudad del tianguis sumiso, carne de tinaja, ciudad reflexión de la furia, ciudad del fracaso ansiado, ciudad en tempestad de cúpulas, ciudad abrevadero de las fauces rígidas del hermano empapado de sed y costras, ciudad tejida en la amnesia, resurrección de infancias, encarnación de pluma, ciudad perra, ciudad famélica, suntuosa villa, ciudad lepra y cólera hundida, ciudad. Tuna incandescente. Aguila sin alas. Serpiente de estrellas. Aquí nos tocó. Qué le vamos a hacer. En la región más transparente del aire».

En ocasiones nos hemos empequeñecido mucho porque se han lastimado algunos de nuestros mejores sueños, mucha gente buena ha perdido su capacidad de asombro y creo que me está llegando la hora de buscar a mis pares porque siento la soledad rodándome por la espalda como un chorrito muy delgado de agua fría que me mantiene despierto para contar los héroes de Unamuno, las coristas de Balzac y los pescadores que compartieron con Witman a orillas del Mississipi o con Federico Bermúdez o Francisco Domínguez Charro en las costas de San Pedro.

Las escobas de guano se gastan rápido. Las de cana duran un poco más. Necesitamos que la convivencia sea posible para todos en nuestra ciudad. Pero Roberto Salcedo requiere urgentemente de los mejores guanos del mundo para mecanizar la limpieza de algunas calles, pagarle jornadas extras a quienes realicen su trabajo durante los días de lluvia usando jabones en polvo, cepillos y rastrillos para impedir que la basura y los desperdicios se vayan por las alcantarillas y la muchachada pueda dejarse deslizar con gracia y equilibrio por las pendientes de los contenes, tal como lo hacíamos ayer cuando éramos más jóvenes.

Vamos a ver, Roberto, anímate, juntos podemos hacerlo buscando el corazoncito del pueblo.

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