Guardias retardaron labor bomberos

Guardias retardaron labor bomberos

TEGUCIGALPA. AP. Los guardias pensaron que se trataba de una fuga masiva e impidieron durante media hora combatir el incendio que un recluso causó intencionalmente y dejó a por lo menos 300 reos calcinados o asfixiados en el interior de sus celdas, que estaban aseguradas con candados. 

 “Aguardamos unos 30 minutos afuera del centro penal, mientras escuchamos disparos. Luego, los guardias nos permitieron el ingreso y comenzamos a apagar las llamas”, dijo ayer  a AP el jefe de los bomberos de Comayagua, Leonel Silva.   Los vigilantes adujeron que cumplían con el protocolo de seguridad en los penales. “Llegamos diez minutos después de que comenzó el incendio en la cárcel, pero no entramos de inmediato porque los guardias lo impidieron”, agregó.  

Según el director de los centros penales Danilo Orellana, “los guardias creyeron en un principio que se trataba de una fuga masiva de reos, por eso cumplieron la ley y no permitieron el ingreso de nadie a la cárcel para evitar muertes innecesarias”.   Adentro, los reos intentaban desesperadamente salir de las celdas que eran consumidas por el fuego.   Los prisioneros “murieron calcinados o asfixiados por los gases provocados por las llamas en el interior de sus celdas, que estaban aseguradas con candados”, dijo Josué García, vocero de los bomberos de Comayagua, ciudad a unos 140 kilómetros al norte de Tegucigalpa donde a las 22.50 del martes se registró el incendio.  

Familiares de los reos merodeaban por hospitales y la granja penal tratando de averiguar la suerte que habría tenido algún encarcelado.   Primero frente a las instalaciones penitenciarias, en donde incluso protagonizaron un enfrentamiento lanzando piedras contra la policía y soldados, que debieron dispersarlos a tiros porque un millar de personas amenazaba con tumbar el portón del recinto carcelario. No se reportaron heridos en el incidente.

 “Los policías no nos dejaban entrar para ver a nuestros seres queridos”, dijo llorando a la AP Natalia Juárez, hermana de un reo presuntamente fallecido en el siniestro.

Después, la peregrinación continúo por los hospitales de la zona donde las angustiadas personas trataban de identificar a alguno de los sobrevivientes que eran atendidos por quemaduras. Dos de esos pacientes, con el 80% y 90% de sus cuerpos quemados, murieron en un hospital de Tegucigalpa. Otro permanece en estado crítico y al menos 19 más están hospitalizados.   El gobierno instaló carpas en las afueras de la prisión y la morgue del Ministerio Público en Tegucigalpa para los dolientes y ofreció brindarles atención médica humanitaria, alimentos y agua potable.  

Roque Pacheco, uno de los forenses designados por la fiscalía para identificar los cuerpos, dijo a The Associated Press que “todavía no hay un dato exacto de los muertos” pero preliminarmente se calcula que oscilan entre los 272 y 300.   El sargento de los bomberos Ricardo Granados indicó que con herramientas especiales sacaron los cuerpos atrapados en las literas.   En la cárcel, con capacidad para 400 presos, había 852 reos.   El director nacional del sistema penitenciario, Danilo Orellana, dijo a la AP que “un reo habría causado el incendio al quemar su colchón. Algunos de sus compañeros de celda dijeron que él gritó ’aquí nos moriremos todos’ y en cinco minutos todo ardió”.

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Lobo cancela autoridades

El presidente de Honduras, Porfirio Lobo, anunció ayer la separación temporal de las autoridades penitenciarias para garantizar una investigación eficaz de las causas del incendio.  «Haremos toda la investigación para determinar qué provocó esta lamentable  tragedia, para sentar responsabilidades», dijo el mandatario, en cadena de radio y televisión, al anunciar la «suspensión de los cargos» para «garantizar un proceso investigativo  transparente».

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