¿Guarida de malhechores?

¿Guarida de malhechores?

Hay quienes caen en el yerro de simplificar nuestros problemas migratorios al ingreso furtivo de haitianos.

Generalmente la presencia de uno de estos ciudadanos provoca la sospecha de que se trata de un inmigrante ilegal.

Es frecuente tener noticia de que decenas o cientos de ellos fueron repatriados en un determinado período.

Probablemente esto obedece a que la haitiana es la inmigración ilegal más abundante, más presente y más notable.

Sin embargo, al país ingresa gente de otras nacionalidades, amparada incluso en documentación legal, que resulta de alto riesgo para nuestra integridad, para nuestra imagen internacional.

Se trata de perseguidos por la Justicia en sus respectivos países o en otras naciones, por graves crímenes como asesinatos, tráfico de drogas, asociación para el crimen y otros.

-II-

Una publicación de la revista alemana Der Spiegel, que fuera divulgada este viernes por El Nacional, da cuenta de que varios prófugos alemanes están escondidos en la República Dominicana.

Para un haitiano ingresar al país bastaría con «colarse» por la frontera, complicidad local de por medio, por supuesto, pero ¿ocurre lo mismo con criminales procedentes de Europa? Resulta fácilmente detectable un ciudadano de tez oscura que no sepa pronunciar correctamente ciertos vocablos castellanos, como «perejil» por ejemplo, pero ¿cuál procedimiento es válido para detectar a un europeo prófugo de la Justicia de su país que se haya ocultado en uno de nuestros polos turísticos?

Nuestros criterios no pretenden minimizar la gravedad de la inmigración haitiana, sino advertir que no es la única nociva, ni siquiera la más riesgosa para nuestra imagen.

-III-

Hay que pensar que del mismo modo que se refugian aquí prófugos de la Justicia de otros países, acusados de crímenes y delitos, pueden ingresar también quienes tengan como destino este u otro país con propósitos desestabilizadores o terroristas.

Desde los ataques terroristas simultáneos perpetrados en Estados Unidos el 11 de septiembre del 2001 existe el temor de que las fronteras de algunos países, como el nuestro, puedan servir de pasadizo para terroristas en ruta hacia cualquier blanco elegido en Occidente.

Desgraciadamente, nuestra política migratoria no parece lo suficientemente minuciosa como para librarnos de esos riesgos.

Hay que preservar la entereza del país, su imagen en el exterior y evitar, hasta por razones de seguridad, que siga siendo visto como un paraíso en el que se pueden ocultar y sentirse seguras personas perseguidas por crímenes en otros lugares.

Una forma de lograrlo es siendo más minuciosos en la depuración de inmigrantes y utilizar el mismo rasero para todos. Impidamos que se nos convierta en guarida de malhechores.

 

 

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