LA HABANA (AFP).- La base naval estadounidense enclavada en Guantánamo, este de Cuba, es “símbolo de torturas y violación de derechos humanos”, transcurridos cuatro años de recibir a sus primeros prisioneros, afirmó ayer sábado el diario oficial cubano Granma.

Bajo el título “Destino final para los prisioneros clandestinos de Estados Unidos”, Granma dijo que a partir del 11 de enero de 2002, fecha en la cual se convirtió en una prisión internacional, la base amplió capacidades en instalaciones y celdas metálicas y ahora alberga a presos de unos 30 países.

“El aniversario ocurre en medio del escándalo de las cárceles clandestinas operadas por Estados Unidos en Europa del Este y otras latitudes, en donde se aplicaron métodos de interrogación y ‘ablandamiento’ estrenados y ensayados en la base aeronaval de Guantánamo”, subrayó el diario.

Añadió que “el oscuro aniversario tiene lugar en medio de una prolongada huelga de hambre de decenas de prisioneros, en protesta por el encarcelamiento indefinido sin ser sometidos a juicio, y en reclamo a un trato acorde al articulado de la Convención de Ginebra sobre los prisioneros de guerra”.

Granma se refirió a las denuncias del relator especial de las Naciones Unidas para la Tortura, Manfred Nowak, respecto a que los carceleros estadounidenses “utilizan métodos crueles para alimentar a la fuerza” a los prisioneros en huelga.

“Cuando eso ocurre en Guantánamo, qué no puede suceder en otros centros de detención secretos de la CIA en Afganistán, Europa del Este y otras naciones, de cuya existencia ya se rumoraba mucho antes del actual escándalo”, apuntó.

Granma, órgano de prensa del gobernante Partido Comunista de Cuba, calificó la base como un “campo de concentración”, “adonde es lo más seguro que fueron llevados esos prisioneros clandestinos, probablemente encadenados y encapuchados, como aquellos que lo estrenaron en enero del 2002”.

Estados Unidos instaló en 1901 la base de Guantánamo -que Cuba considera ilegal-, donde actualmente hay casi 500 detenidos, la mayoría capturados en Afganistán en 2001.

 Desde su apertura hace cuatro años, tras la invasión a Afganistán, la prisión no ha dejado de suscitar controversia por la detención indefinida de sospechosos de terrorismo no juzgados, y por acusaciones de tortura y malos tratos a los prisioneros.