Guayajayuco: El poblado olvidado que resguarda los misterios del río Artibonito y los petroglifos taínos

Guayajayuco: El poblado olvidado que resguarda los misterios del río Artibonito y los petroglifos taínos

Por Iván Gatón

Guayajayuco es un poblado olvidado, donde nace el segundo río más extenso de las Antillas, después del Cauto en Cuba, el río Artibonito («Artibonite se deriva del taíno ja’tibonicu que significa «Gran Lugar Alto de las Aguas Sagradas), hay una zona con petroglifos taínos.

Conocí esta comunidad hace dos meses, vine a darles una charla, está ubicada a una altura de 771 metros (Jarabacoa está ubicada a 529 metros de altura ), hicimos la donación de una biblioteca, es lamentable que no tenían una.

Vía Zoom, asistiremos a los jóvenes de la comunidad con clases de geografía, historia, y de relaciones internacionales.

“En el agreste Guayajayuco, poblado solamente por los que no saben cómo y a dónde escapar, recogemos a nuestro guía, el profesor Melvin Gomera, de la escuela de la comunidad, que nos lleva por una maltrecha ruta, entre pedregales y silencios, hasta el arroyo El Dajao, en el paraje de Caratá, justo en la frontera del paraje de Rosó, donde en marzo de 2012 la arqueóloga Diana Peña Bastalla dio con una pieza singular.

Aquí, en un tramo ahora seco de su lecho, hallamos una piedra de regular tamaño, desconocida por la mayoría de lugareños, pero de una gran importancia por los relevantes petroglifos en su superficie.

En una de sus caras laterales aparece una figura antropomorfa, masculina como lo delatan sus testículos, en cuclillas y con los brazos sobre sus piernas.

Las que parecen ser lágrimas que brotan de sus ojos nos llevan a pensar que se trata de una representación de Boinayel, uno de los 11 dioses del Turei taíno, hijo o descendiente espiritual de la serpiente parda, que sube al cielo a depositar el agua en las nubes, y antagónico de Márohu, el buen tiempo.

En la cara superior, otra figura antropomorfa con los brazos sobre la cabeza y también con las piernas flexionadas parecería ser Atabey, la Madre de las Aguas, deidad femenina fundamental por su relación con el agua, y madre de Yucahú Baguá Maórocoti, el más importante de los dioses taínos, señor de la yuca y el mar, y de Corocote, últimos estos que bien podrían ser los representados en otra de las caras de la roca, acompañados de una tercera figura antropomorfa.

¿O será la figura femenina Itiba Cahubaba y ellos sus hijos, los gemelos míticos que fueron responsables directos de la creación del mar y los peces al romper la calabaza donde se conservaban los restos de Yayael, el hijo del dios supremo Yaya? Dentro del conjunto sobresalen además dos rostros con los ojos y bocas remarcados – ¿máscaras rituales, Macocael?

Los que aparecen acompañados de siete petroglifos más simples, caritas con los ojos y bocas definidos a partir de surcos y honduras en la roca.”

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